Continúa el debate sobre el populismo

En medios políticos e intelectuales, tanto dentro como fuera del país, la palabra populismo (confundiéndola con popularidad) está siendo utilizada con mayor frecuencia, pero con contenidos contrapuestos, que crean en el público creciente confusión y ayudan a desorientar aún más a los sectores sociales interesados en enfrentar y resolver los grandes problemas políticos que encaran. Esa vulgarización se ha acentuado en tiempos recientes, dando origen, por supuesto, a un caos de definiciones, error provocado por la falta de definición y el uso incorrecto del concepto.

El filósofo Luis García Tojar, de la Universidad complutense de Madrid, publicó al respecto un amplio artículo bajo el título de “El nuevo populismo” (El Mundo, 31 marzo), en el que se esfuerza en señalar en qué consiste el asunto, agregando, entre otras palabras, que “vincula a gobernantes y gobernados, como personajes y espectadores de una tragicomedia”. Agrega que “El resultado es la teatralización de la política, que es el populismo, porque deslegitima las instituciones de representación (partidos, parlamento, etc.)”, según los modelos clásicos de un Perón o un Chávez. Finalmente, después de muchos rodeos, ofrece la siguiente abstracta definición. “Por eso tienen razón quienes ven en este fenómeno una vulgarización de la política”.

Entre los partidos políticos bolivianos también se hace intentos por descifrar en qué consiste el populismo. Un influyente periodista, en un en artículo titulado “Una pizca de populismo”, sostiene que consiste en “crear una burguesía rápidamente enriquecida, a último momento, como preparándola para un exilio llevadero y muy cómodo”. Agrega que el fenómeno, que también se presenta en Brasil Argentina y Chile, consiste en que “Cuando la situación económica de un país no está muy bien, las instituciones de vigilancia parece que estuvieran más atentas y fueran más celosas”, intento genérico que tampoco aclara la cuestión. Otro articulista, muy suelto de cuerpo, afirma que el asunto es dedicarse a viajar, derrochar a manos llenas, hacer discursos sin contenido, etc.

Finalmente, se debe recordar que el populismo se convirtió en una ideología desde el momento en que fue relacionado con los cambios históricos que se producen en una sociedad, donde el feudalismo da paso al capitalismo y éste al socialismo, en un proceso escalonado, versión conformada por la práctica y la teoría. Pero (y aquí está el problema) en ese proceso de aparición de ideas políticas, los populista inventaron la teoría anárquica, en sentido de que “se puede construir el socialismo sobre los saldos de la extinguida comunidad, sin pasar por la etapa capitalista”, ideología que se extendió entre sabios intelectuales de varios países , pero con resultados funestos (como en Bolivia, Venezuela y Cuba), pues al ponerse en práctica resultó, más bien, todo lo contrario, ya que acentúa la descomposición de la comunidad, desarrolla el capitalismo, no tiene pizca de socialismo y, en síntesis, es utópica, anárquica, antidemocrática y antisocialista.