Imposturas populistas

En la pasada semana se reunieron en Ecuador los representantes de los países de Unasur, en un evento sobre defensa. En ese acto el presidente del hermano país, que conforma la Alternativa Bolivariana de América Latina (ALBA), que siguen la corriente del populismo izquierdista promovido por el extinto presidente de Venezuela comandante Hugo Chávez F., en discurso protocolar de inauguración del evento, habló de la democracia, los derechos humanos, la libertad de prensa y otros aspectos que hacen al Estado de derecho, cuando en la realidad política de su país, se ha conculcado precisamente los principios de la democracia y han sido trastrocados por el autoritarismo caudillista.

Hace ya algunos años, escribimos en estas mismas páginas del Decano de la Prensa Nacional un artículo de opinión periodística en el que hicimos referencia a una suerte de “recetario” del chavismo, que ha sido puesto en práctica por algunos gobiernos que siguen la corriente del populismo.

En casi todos los países que conforman el ALBA, y decimos casi en todos -pues algunos se han afiliado a esa corriente sólo para beneficiarse con la venta de hidrocarburos venezolanos con precio subvencionado-, el recetario “chavista” ha servido para que sus caudillos permanezcan en el poder por más de una década, vulnerando el principio democrático de la alternancia en el poder político, merced al fraude electoral y el control de los organismos administradores de los eventos electorales, es decir los árbitros, con lo que las elecciones resultan una impostura.

Los caudillismos populistas de izquierda giran en rededor de los semidioses en el poder, que han establecido regímenes hegemónicos que controlan todos los órganos y mecanismos del Estado; nadie o casi nadie escapa a su control y las políticas públicas responden al capricho personal de los caudillos.

En estos regímenes de gobierno, los opositores, críticos o cuestionadores de los excesos de poder de los caudillos han sido encarcelados, exiliados y perseguidos, de tal manera que la oposición es casi inexistente o ejercita su derecho de libertad de pensamiento y actividad política con grandes restricciones, de tal suerte que el sistema de partidos políticos y el régimen de mayorías y minorías ha sido fuertemente afectado y, en consecuencia, afectada la democracia.

La administración de los recursos públicos, es decir de todos los habitantes, no responde a planes de desarrollo y gobierno preestablecidos, planes quinquenales o anuales, programas específicos, etc., presupuestos y normas de administración y control fiscales, sino a la voluntad discrecional del caudillo y su entorno, que dispone de recursos cual cosa propia, lo que ha llevado al hermano país de Venezuela a un colapso financiero y económico de gran magnitud. Ya el ex presidente del Uruguay, un izquierdista demócrata y conocedor de la realidad de los pueblos de esta parte de América, impresionado por el derroche de recursos en el evento del G77 realizado en nuestro país, aconsejó que los gobiernos deberían tener más cuidado en el manejo de los recursos públicos, dejando de lado la cultura del despilfarro.

Otra de las características del populismo de izquierda en el poder de algunos países latinoamericanos, es su permanente conflicto con la potencia del norte, nos referimos a Estados Unidos, a quien le endilgan como autor de todos los males que nos aquejan, cuando en verdad buena parte de los mismos son originados por los malos gobiernos que tenemos con frecuencia.

Una de las paradojas de la política latinoamericana de este tiempo, es que gobernantes de ideología comunista, es decir contraria por principio a la democracia liberal, administran precisamente la democracia, que ha sido convertida en “democradura”, o sea dictadura con disfraz de democracia.

Como en la historia de la humanidad, ningún régimen o módulo de regímenes de gobierno perdura por mucho tiempo, los populistas de izquierda comienzan a hacer aguas, siguiendo seguramente el destino que tuvo su promotor, pese al olvido de la democracia de los países de Europa y del mundo, en una suerte de “complicidad hipócrita”, como lo señaló el ex presidente Uribe, de Colombia.

Lo que nos corresponde a quienes creemos en la democracia, es defenderla con las armas de la razón, frente a los impostores del populismo decadente.