La ayuda a los afectados comenzó a llegar ayer a las zonas más golpeadas fuera de Katmandú, seis días después del terremoto que azotó a Nepal, donde Naciones Unidas ha constatado que innumerables aldeas han quedado literalmente aplastadas y sigue aumentando la dimensión del desastre.
El número de víctimas sigue subiendo, con 6.250 muertos y 14.357 heridos, según el último recuento ofrecido por el Ministerio del Interior nepalí.
El resto del mundo se enteraba por las imágenes que llegaban desde la capital nepalí de la tragedia del sismo, pero en las faldas de las montañas más altas del mundo el dolor se extendía sin que nadie pudiera llegar a socorrer a los damnificados hasta ahora.
Cientos de nepalíes han ido recuperando los cuerpos de sus seres queridos, arrancándoselos a los escombros, a veces con ayuda de algún equipo de rescates extranjero, pero en la mayor parte de los casos solos.
En Chautara, la capital del distrito de Shindupalchok, que contabiliza un tercio de las víctimas, a un precario campo de desplazados también empezó a llegar ayer la cooperación internacional.
“Somos 26 médicos y técnicos y vamos a abrir un hospital con servicio completo de cirugía”, indicó a Efe Olaf Rosset, coordinador de un equipo de la Cruz Roja noruega.
El mayor Deepak del Ejército de Nepal, encargado del distrito, declaró a Efe que en este departamento han muerto al menos 2.194 personas y tienen registro de unos 700 heridos de gravedad.
La ONU considera que la coordinación en la ayuda es cada vez más efectiva, pese a la complejidad de las operaciones de rescate.
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