La humildad

Da, Señor, a mi verso

una brizna sensible,

en el misterio terso

donde estás invisible.

Mi pensamiento adverso,

en el pesar tangible,

halló en el universo

tu presencia terrible.

Y entre la voz arcana

litúrgica se vierte

el son de una campana.

Con todos mis hermanos

estoy tranquilo y fuerte

con ensueño en tus manos.