A principios de este siglo, una nueva fuerza partidaria (el MAS) interesó a algunas “organizaciones sociales” a formar un frente para oponerse a un régimen duramente criticado. Esa alianza le sirvió para llegar al Gobierno y mantenerse en él sin dificultades con un programa de ofertas generales y abstractas que interesaban a toda la población. Campesinos, obreros, clase media, pequeña burguesía, además de algunos intelectuales, formaban la alianza.
Pasada una década, ese frente de aliados empezó a resquebrajarse y cada una de las tendencias que lo formaban (una vez conseguidos los objetivos generales), empezó a alejarse del organismo matriz y actuar por cuenta propia en pos de sus intereses particulares, los mismos que, por lo demás, no fueron atendidos e inclusive fueron olvidados deliberadamente. La alianza de los “movimientos sociales” ingresó en un proceso de franca desintegración.
Los aspectos generales del programa reformista (dignidad, soberanía, indigenismo, chauvinismo, etc.) fueron alcanzados en relativa proporción, porque interesaban a todos los sectores sociales que intervenían en el “proceso de cambio”. Pero como los intereses particulares de cada uno de los participantes no recibieron la menor atención e inclusive se los mantuvo con creciente acción represiva, cada “movimiento social” empezó a dar la espalda al “instrumento” del cambio y actuar por cuenta propia para satisfacer sus propias necesidades históricas.
La desintegración empezó por intelectuales que desertaron de las filas del oficialismo (Delgado, Prada y otros), criticándolo por haber perdido la brújula. Enseguida, la ruptura del “frente” se produjo entre elementos del interior del partido (generalmente de origen campesino) por cuotas de poder. A esos sectores se sumaron corrientes de pequeños capitalistas (gremiales), la pequeña burguesía y la clase media que se pronunciaron de forma contundente en las elecciones de abril pasado, en la que derrotaron con el voto al grupo en el poder.
Finalmente, la alianza de movimientos sociales sufrió otro colapso, a partir del momento en que la clase obrera anunció que recuperaba su independencia y se ponía al frente del régimen, llegando a decir uno de sus dirigentes que el 1 de mayo “la matriz de los trabajadores no se movilizó porque sus dirigentes decidieron replegarse a sus distritos” y que “la dirigencia cobista no participó del acto en el Palacio Quemado, sino que no participó en ninguna marcha”, a diferencia del año pasado, cuando inclusive participaron el primer mandatario y otras autoridades, agregando que la COB se dividió entre una fuerte tendencia obrera progresista y otra de apoyo incondicional al Gobierno, actos que permiten ver un cambio en la relación de fuerzas sociales en el país.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |