La inseguridad alimentaria que enfrenta la población boliviana preocupa a economistas, agrónomos, campesinos y políticos en creciente medida, pero las denuncias más agudas provienen de personeros del Gobierno que, en diversos medios de comunicación, han hecho conocer sus opiniones sobre el tema, en particular después de la Cumbre “Sembrando Bolivia”.
Al respecto, el senador y ex Ministro de Desarrollo Rural ha resaltado en forma específica “la caída de la producción agrícola campesina, especialmente en la región andina, que antes cubría el 70% de la demanda interna y actualmente no alcanza al 30%”. En un artículo destacó que “Bolivia actualmente no goza de plena soberanía alimentaria, puesto que sólo produce un tercio del volumen de trigo que requiere su población. Esto explica el hecho de que en la gestión de 2014, hayamos importado 30 alimentos… por un monto de 740.4 millones de dólares”. Agrega que “Actualmente, sólo el 1% de los alimentos generados en el país cumple las cuatro etapas de la cadena agro-alimentaria hasta llegar a la industrialización”.
El Instituto Boliviano de Comercio Exterior señaló que la importación de arroz en el primer trimestre de este año alcanzó a 13.527 toneladas, mientras el año pasado se internó al país 72.000 toneladas de ese cereal, situación que tiende a empeorar por la internación ilegal del grano desde Argentina por su bajo precio.
En cuanto a trigo, el economista Javier de J. Mansilla indica que en el país “nunca se alcanzaron las 125.000 hectáreas por campaña triguera, con rendimiento promedio de 1.5 toneladas de trigo por hectárea”, mientras en Uruguay se obtiene 5 toneladas por hectárea. Otro economista señala que en últimos años, 500 mil hectáreas de tierras cultivables del altiplano y valles fueron abandonadas por campesinos que migraron a las ciudades y que alrededor de 20 mil hectáreas de cultivos de alimentos fueron erradicadas en los yungas de La Paz para cultivar coca.
Miguel Urioste denunció que “hoy Bolivia en la agricultura tiene sólo tres millones de hectáreas, de las que un millón está en el occidente y los valles, y dos millones en el Oriente; de esos dos millones, un millón es de soya”. Agrega que “Hoy en Bolivia se importa el triple de alimentos que hace diez años” y comenta que “el masivo contrabando de alimentos no es negocio, no es rentable” para los agricultores. Así mismo remarca que “los principales productores de soya y de productos agroindustriales en el oriente no son bolivianos, sino brasileños, argentinos, menonitas”. Y que la ampliación de la frontera agrícola será difícil porque “Aquí tenemos territorios indígenas… que van a reinvindicar sus derechos”.
Entre tanto, la ministra Achacollo anunció que su despacho “prevé” viabilizar US$ 387 millones de dólares vía créditos en la gestión 2015-2016, mientras la Cumbre de Santa Cruz terminó con conclusiones nebulosas y un órgano de prensa de La Paz sostiene que “El nuevo enfoque gubernamental… coincide con la visión de los empresarios” y el abandono a los campesinos aymaras y quechuas. También se señala que Bolivia sigue los pasos de Venezuela en cuanto a escasez de alimentos, todo lo cual deja ver un cielo de tempestad y nos hace recordar el dicho paceño “Achachicala con montera”.
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