PSICOLOGÍA
Los embusteros no siempre exhiben una personalidad nerviosa
Una de las habilidades más preciadas del hombre es la imaginación. La creatividad y el ingenio tienen muchas aplicaciones en la vida diaria, pero en ocasiones la agudeza mental se pone a prueba en situaciones no siempre positivas. Un estudio elaborado por el profesor de psicología R. Edward Geiselman, de la universidad de UCLA (Estados Unidos) y publicado en el American Journal of Forensic Psychiatry analiza los indicadores de cuándo una persona dice la verdad… y cuándo echa mano de la fantasía para construir una mentira. Algo así como un perfil del mentiroso.
Uno de los principales rasgos del mentiroso es que en general quiere hablar lo menos posible. Aunque Geiselman creyó en un principio que los mentirosos contarían una historia muy elaborada, la mayoría de los sujetos de su estudio preferían ser lo más escuetos posible.
Asimismo, aunque no dicen mucho, sí que tienden a dar una justificación espontánea por lo que están diciendo, aunque no se la hayan pedido. También suelen repetir las preguntas que se les formulan, posiblemente para ganar tiempo para pensar antes de ofrecer una respuesta.
Mientras ofrece su testimonio, uno de los sospechosos parece nervioso, se toca la nariz varias veces, juega con su cabello y evita la mirada del detective; sin embargo, el otro encausado se muestra tranquilo, quieto, raramente usa gestos y mira directamente a los ojos de su interrogador. Generalmente, el primer hombre hubiese incrementado las sospechas de la policía en seguida, no obstante, un nuevo estudio realizado en universidades de dos países europeos sugiere que es mucho más probable que sea el segundo hombre el que esté mintiendo.
El órgano humano que se encarga de producir pensamientos está compuesto de materia blanca y materia gris, la primera se encarga de transmitir la información y la segunda de procesarla. Por ejemplo, los niños autistas tienden a poseer más materia gris y también se les dificulta más mentir, una situación reversa de lo encontrado en los mentirosos patológicos. “Pensamos que la materia blanca extra en los cerebros mitómanos provee a la persona con la capacidad cognitiva para mentir”, explica el médico Yaling Yang, director de otro estudio.
Pero en la misma línea, investigadores en las universidades de Portsmouth en Gran Bretaña, y Bergamo en Italia, descubrieron que los mentirosos mantienen la calma porque necesitan de una mayor concentración para adulterar la verdad.
“Los mentirosos se pasan mucho tiempo cubriendo sus rastros, especialmente si son retados. Descubrimos que cuando se encuentran bajo fuerte sospecha suelen usar gestos grandiosos para reforzar sus comentarios. Estudiamos los cambios en siete categorías de gestos con la mano y los gestos metafóricos estuvieron entre ellos”, explicó la doctora en psicología, Samantha Mann, coautora del estudio de Portsmouth.
De hecho, los gestos que usualmente son achacados a los mentirosos son los llamados autoadaptadores que son usados por las personas que se sienten expuestas o vulnerables, no por los mentirosos. “Si los mitómanos se tocaran mucho la nariz ya hubieran dejado de hacerlo, la gente que miente se concentra mucho en la información que maneja para poder continuar ocultando la verdad”, explicó Peter Bull, psicólogo especializado en el vínculo entre la decepción y el lenguaje corporal.
LOS GESTOS METAFÓRICOS QUE USAN LOS MENTIROSOS
Los embusteros sí usan gestos, aunque no sean los clásicos. De acuerdo con los investigadores británicos e italianos, el mentiroso usa mucho lo que se llaman gestos metafóricos, especialmente cuando su mentira se encuentra bajo fuertes sospechas. Un gesto metafórico sería tocarse el corazón como una forma de decir amor o abrir las manos para señalar el tamaño de algo. Los mentirosos usan estas señas un 25% más que los honestos. También usan más gestos rítmicos, como repetir alguna frase para enfatizar su declaración.
Por otra parte, según el perfil psicológico que revela la investigación de la universidad de UCLA, los mentirosos a menudo suelen escrutar la reacción de la otra persona ante sus afirmaciones: “Intentan leer si les estás comprando la historia”, dice el profesor. También suelen ser lentos en su discurso, porque tienen que construir una historia y además averiguar si está calando en el interlocutor, aunque el hecho de expresarse con lentitud les pone nerviosos: “Las personas sinceras no se molestan si hablan despacio, pero los mentirosos suelen pensar que un discurso lento puede parecer sospechoso”, añade. Y es que cuando se dice la verdad “no se altera dramáticamente la velocidad del discurso”.
Además, el mentiroso de manual no acostumbra a terminar las frases, en muchas ocasiones empieza a responder y da un rodeo para no terminar la frase.
También la actitud corporal revela mucho de quien está hablando. Según el análisis, los que falsean son más propensos a presionar los labios ante preguntas delicadas y suelen moverse, tocándose el pelo. Gesticular hacia uno mismo suele ser sinónimo de mentira, mientras que hacerlo hacia afuera implica un tono sincero.
Asimismo, cuando a una persona que está diciendo la verdad se le pregunta si miente, suele negarlo y ofrecer más detalles sobre el asunto en cuestión, mientras que el mentiroso, prefiere no ser más específico. Ante preguntas difíciles, las personas que contestan sinceramente suelen mirar a lo lejos, porque la cuestión requiere una dosis de concentración, pero por otro lado, quien va a mentir lo hace muy brevemente.
Y lo más llamativo: cuando alguien que está mintiendo intenta parecer que no lo hace, las cosas se vuelven más obvias, dice Geiselman.
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