Charles Aznavour: 91 años de “variétés”

Charles Aznavour dice ser un “cantante de ‘variétés’”, como recordó ayer. Y la verdad es que su concierto en el Barclaycard Center (antiguo Palacio de los Deportes, habrá que recordarlo una vez más), revivió el espíritu de un espectáculo de una época ya prácticamente olvidada, de la que el cantante franco-armenio parece ser el único representante vivo, a punto de cumplir los 91 años (lo hará el próximo día 22).

Un poco de ‘chanson’ francesa de acordeón y farola, un aire de pop sesentero con sus coros ‘dabadabadá’, otro de poesía tórrida al estilo del otro lado de los Pirineos (“Cuando te penetro siento que me quemo, sufro sin sufrir”, recitó en ‘Dime que me amas’) y, cubriéndolo todo, la persistencia de la memoria musical y sentimental de varias generaciones componen el variado puzzle de una actuación de Aznavour a día de hoy.

A un lado queda la excusa de la presentación de su nuevo disco, ‘Encores’, precisamente eso: una coartada para recorrer siete décadas de música popular europea.

Es cierto que hay momentos en los cuales sólo cabe la condescendencia hacia el que, seguramente, sea el más veterano cantante que sigue en activo, que no puede evitar soltar sus gallos en el final de ‘Venecia sin ti’ o ‘Mourir d’aimer’. Pero también es verdad que Charles Aznavour sigue desenvolviéndose en el escenario como un ‘entretenedor’ capaz de hilvanar las canciones con interludios discursivos poéticos o jocosos, un artista de variedades que baila consigo mismo en ‘Quién’, que se mueve como Chiquito de la Calzada en otros instantes, que saca a su hija corista Katia para interpretar a dúo ‘Je voyage’ y que provoca el éxtasis cuando, al cantar ‘La bohème’, provoca un tumulto entre las señoras de las primeras filas al arrojar a la pista el pañuelo con el que se ha secado el sudor.

Fue precisamente en éste y sus temas más importantes, ‘Il faut savoir’, ‘Comme ils disent’ (su pionera canción sobre la homosexualidad) y la final ‘Emmenez-moi’, donde lo que tendría que haber sido la anécdota de ver a su señor muy mayor cantando se convirtió en una experiencia sorprendente y donde la voz de Aznavour consiguió volver a emocionar a un público francófilo y francófono para el que su música es algo más que un espectáculo de variedades. (Tomado de El Mundo).