¿Será buena idea gastar
Vania Romay
Naturalmente, para todos quienes hemos viajado en alguna de las líneas del flamante teleférico paceño, la experiencia ha sido cuando menos memorable. A pesar de que el trato casi fascista del personal cubierto de una máscara de amabilidad, te hace sentir como preso, sin ninguna posibilidad de tomar tus propias decisiones, una vez que abandonas la estación te olvidas de los excesos y disfrutas de la experiencia de transportarte por el aire sobre una de las ciudades más bellas del mundo.
Sin embargo, al volver a poner los pies en la tierra, no puedes evitar reflexionar sobre varias cosas que no se ve fácilmente mientras dura la ebriedad de colores de las diferentes líneas del teleférico. Primero que todo, debemos admitir que las estaciones intermedias de la línea verde y algunas de las otras líneas se han construido en sitios elegidos al azar, sin hacer los estudios necesarios. La estadística lo señalará claramente: la cantidad de pasajeros que usa las líneas de teleféricos es mínima, porque se encuentran precisamente donde no deberían estar. Es simplemente, como dijo un ex alcalde, que se está pretendiendo que la ciudad se adapte al teleférico, y no que éste se adapte a aquélla, como debería ser. La verdad es que por cumplir plazos electorales se ha construido las estaciones donde se ha podido, sin hacer el trabajo de una planificación responsable, en un proyecto que constituye una inversión enorme, para una ciudad de recursos más bien modestos.
Y hablando de planificación responsable, ¿no será que existen maneras mucho más útiles de gastar los cientos de millones que costarán las siguientes seis nuevas líneas? Veamos estos hechos:
1.- Una línea de teleférico cuesta lo mismo que 20 líneas de buses PumaKatari; esas 20 líneas, inteligentemente dispuestas, pueden resolver los problemas de transporte de muchas más zonas en lugar de los efectos puntuales de una línea de transporte por cable. Los buses pueden parar en más lugares y son más flexibles para modificar sus rutas y paradas.
2.- Una línea de teleférico cuesta lo mismo que 25 puentes del estilo de los trillizos; ¿no son más útiles a la ciudad y su gente los cuatro puentes que tenemos, que la línea verde del teleférico?
3.- Una línea de teleférico cuesta como 150 Km de carretera asfaltada de 11 m de ancho; ¿no sería mejor gastar el dinero de los nuevos teleféricos en resolver los problemas de vialidad de la ciudad con una moderna red de vías rápidas que atienda los requerimientos de todo el parque vehicular de la ciudad?
¿Será que hemos debatido lo suficiente, o que hemos tomado la decisión sin pensar lo suficiente, embriagados por los colores de las tres primeras líneas? No tiene sentido cuestionar la existencia de éstas, porque ya están construidas y están en servicio; que son una maravilla para pasear y una bendición para una buena cantidad de personas que se trasladan diariamente entre La Paz y El Alto. Sin embargo, vale la pena pensar de nuevo si estamos haciendo una inversión inteligente al querer construir con otras seis más.
Ninguna ciudad del mundo va a tener tantos kilómetros de teleféricos, quizá porque este medio de transporte es eficiente para recorridos de características particulares, pero no para todas las necesidades de transporte, en muchas de las cuales otras soluciones son mejores.
Con la experiencia de las estaciones que no tienen quién las use en la línea verde, evitemos construir elefantes blancos, usando un dinero que necesitamos para resolver muchos problemas de una ciudad que requiere urgentes soluciones para sobrevivir y proyectarse al futuro.
Finalmente, por favor, si bien el gerente es militar, cambiemos la cultura cuartelaría que se respira en las estaciones del teleférico e instalemos aquella otra que represente mejor la calidez de los pobladores de la ciudad capital más alta del mundo.
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