La extraordinaria imaginación de los griegos, los llevó a idealizar la naturaleza. Fue Afrodita, la mujer de la su-prema gracia, de la hermosura divina, con ella compara-ban a las mujeres más hermosas de la tierra de entonces: Helena, Penélope y la hija de Agamenón.
Grandes poetas como Homero dijo de ella. . . todo su divino cuerpo ornamentado con el magnífico vestido que tejieran las manos de las Gracias, promueve la apasionada admiración de dioses y mortales.
Creíase en aquellas fabulosas edades, que Afrodita, con su absoluto imperio sobre los corazones, podía librar a los hom-bres del amor o abismarlos más aún en él. Hija de Urano, el más antiguo de los dioses griegos, a quien Cromos mutiló, arrojando al mar los despojos de su virilidad, los cuales flota-ron mucho tiempo sobre la superficie de las ondas, producién-dose una espuma blanca, de la cual nació esta diosa.
El teatro, la pintura, la escultura y la música, las artes todas, han bebido y seguirán bebiendo en el manantial de la belleza griega, en donde la leyenda de Afrodita resplandece como joya incomparable.
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