AGENCIA CYTA - INSTITUTO LELOIR
El estudio de muestras de polen fo-silizado revela que el ascenso de los Andes australes no habría de-sencadenado la desertificación en la ac-tual estepa patagónica, como creían los científicos.
Hasta ahora se pensaba que el ascen-so de los Andes australes coincidía con la expansión de las condiciones áridas que caracterizan en estos días a la re-gión patagónica. Sin embargo, una in-vestigación liderada por el doctor Luis Palazzesi, investigador del CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Natura-les (MACN), va a obligar a reescribir los libros.
Palazzesi y su equipo examinaron bajo el microscopio granos de polen fósiles, que contienen información acerca de có-mo era el clima hace millones de años. “Esos fósiles fueron extraídos de rocas que colectamos a lo largo de la costa pa-tagónica en la región costera del noreste del Chubut y este de Río Negro”, señaló Palazzesi, quien se encuentra haciendo estudios en el Real Jardín Botánico de Kew, en el sudoeste de Londres.
El investigador y sus colegas pudieron reconstruir datos climáticos del Mioceno tardío, hace unos diez millones de años. Y comprobaron que en ese entonces la región nororiental de la Patagonia tenía un clima más benigno, similar al que se hoy se observa en zonas más tropicales, como en el noreste de Argentina, Uru-guay o el sur de Brasil. “El promedio de temperatura de la estación más fría era de 11,4 a 16,9 grados, cuando hoy ronda los 3,5 grados”, destacó Palazzesi. En tanto, la precipitación media anual era de unos 660 milímetros, tres veces más que los registros actuales.
En función de esos datos, los científi-cos concluyeron en la revista Nature Communications que el desarrollo de la estepa patagónica, tal como se la conoce hoy, ocurrió más tarde de lo que se pen-saba. “El levantamiento de la cordillera austral no había sido el principal desen-cadenante de la desertificación de lo que hoy es la estepa, sino que eventos climá-ticos más recientes habrían sido los res-ponsables”, indicó el investigador.
Para Palazzesi, el hallazgo no sólo tie-ne importancia histórica. Entender mejor la respuesta de la flora a los cambios del pasado, dijo, “permitirá predecir la mag-nitud de los cambios que podrían ocasio-nar futuros eventos climáticos”.
En el trabajo también participaron otros investigadores del MACN, de la UBA, del Museo de La Plata y de la Universidad de Brasilia, en Brasil.
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