La noticia de perfil
Periodista y enfermera, así es ella -mi comadre cochabambina-, quien apareció radiante ante mi lecho del dolor para anunciarme la celebración del Día del Periodista.
La cholita apareció luminosa y entusiasta para cumplir su jornada de trabajo, mientras yo lanzaba ayes de dolor ya que este frío invernal recrudeció, pues hasta mis tibias estaban frías.
Con destreza profesional, mi comadritay comenzó a masajearme las tabas (léase pantorrillas) con pomadas preparadas por nuestros amigos yatiris, quienes le habían dicho desde La Haya poseer ungüentos tan maravillosos como para hacer desaparecer nuestra mediterraneidad, lo cual incrementó mi confianza en las “frotaditas” de Macacha.
Mientras desarrollaba su labor de enfermera, la cholita nacida en Quillacollo aprovechaba ese tiempo para continuar con su misión periodística preguntándome qué opinaba yo acerca del “ballotage” realizado en el Departamento del Beni; cuando me preparaba para responder me vinieron ganas de “gomitar” -como decimos los cholos en mi pueblo- y antes de utilizar correctamente el verbo vomitar ya había gomitado antes de explicar a mi enfermera reportera mi absoluta condena al fraude operado por la más alta autoridad gubernamental, quien ya conocía sus cifras ganadoras antes del escrutinio.
La ágil enfermera que celebraba su día atendiendo las dolencias de su jefe periodístico, preparó en un santiamén varios litros de mate de coca mezclado con anís y otros ingredientes, para conocer mi opinión acerca de otro hecho noticioso que llamó la atención a la ciudadanía, cual fue la fabricación y tráfico de cocaína a cargo del ayllu de los Kakachacas en el norte de Potosí.
Al escuchar la palabra “Kakachacas” se me movió el estómago y así se lo hice saber a la enfermera Macacha con la confianza que todas las enfermeras inspiran a los enfermos que atienden. La abnegada enfermera Macacha me condujo al baño, donde me dejó no sin antes decirme: “Ese asunto de los Kakachacas lo comprenderá usted mejor ahí dentro”.
Allí en la soledad más absoluta pude filosofar tranquilamente sobre los Kakachacas narcotraficantes que demostraron al mundo que nuestro país está plagado de fabricantes y traficantes de cocaína que generan tal cantidad de dólares y euros que alimentan la arrogancia de algunos ministros y políticos que aún sostienen que nuestra economía está blindada.
Después de tratar este asunto de los Kakachacas, mi enfermera Macacha y este su anciano paciente nos lavamos las manos y nos rociamos los cuerpos con ricos perfumes.
Mi comadritay Macacha me dijo al concluir nuestro diálogo: “Algo huele mal en Chuquiago Marka”, como podría decir Shakespeare.
Felicidades, enfermeras y tápense las narices porque podrían venir los Kakachacas a ofrecernos cocaína.
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