Hay preocupación en todos los países pobres del mundo por los efectos que causa la crisis de precios del petróleo y sus derivados; hay angustia en algunos casos por el hecho de que no han diversificado su economía mediante la creación de empresas y, sobre todo, no haber dado valor agregado a las materias primas que exportan. Lo más grave de todo es que, en casos, hay discordancia entre lo que quieren hacer los gobiernos y lo que piensa el sector privado de la economía. No hay, que se sepa, armonía ni propósito para encontrar caminos que compatibilicen ambas posiciones y, en base a ellas, se puedan encontrar caminos para superar la crisis.
En nuestro país, lamentablemente, ocurre que el gobierno tiene el criterio en sentido de que nuestra economía tiene solidez, que estamos en condiciones de afrontar cualquier dificultad y que, en corto tiempo, habremos recorrido buena parte del camino para solucionar problemas de las bajas cotizaciones del gas que nos reportan la mayor cantidad de divisas por exportaciones. Por otro lado, existe el criterio de que es preciso realizar inversiones tanto nacionales como extranjeras; pero…
Hay dos realidades: nuestra economía no puede estar pendiente de las reservas monetarias que tiene el país, y que, más o menos, llegan a 15 mil millones de dólares. Autoridades económicas creen que ese monto es suficiente respaldo para hacer frente a cualquier problema y no se toma en cuenta que entre deuda externa e interna alcanzamos, más o menos, la misma cifra o sea que las reservas de alguna manera estarían comprometidas porque si no tuviésemos la deuda externa y la deuda interna se podría vivir tranquilos.
Sin embargo, las reservas no pueden ser el pretexto para no pensar que hay casos -Brasil, por ejemplo, que cuenta con reservas monetarias mayores a los 380 mil millones de dólares, no está pendiente de ellas para salir de los graves problemas en que se encuentra-, que no pueden estar confiados a las reservas ni mucho menos. Por otro lado, si la Ley de Inversiones contara con un reglamento y se dieran las condiciones para ampliar mucho las garantías jurídicas que eviten los extremos, cual el caso de los asaltos a propiedades y el peligro siempre latente de nacionalizaciones o estatizaciones, cualquier reinversión que se haga no producirá milagros inmediatos porque, todo emprendimiento con la creación de industrias, construcción de obras de infraestructura muy necesarias, mejoramiento de los sistemas de transporte etc., etc. demandará mucho tiempo en dar sus frutos y ser competitivos en la producción y en las exportaciones y los resultados o beneficios no serán inmediatos.
Lo que corresponde es, en primer lugar, convenir un estado de concordia y unidad entre lo público y privado, que cada quien - empresas públicas, por ejemplo- actúen en consonancia con el sector privado; que éste, a su vez, contribuya a que las empresas públicas productivas trabajen y produzcan más y mejor; lo ideal sería que el sector privado ingrese al sector público, especialmente en aspectos de administración, manejo técnico y comercialización.
Tiene importancia capital que el gobierno abandone las posiciones ideológicas sobre socialismos de izquierda extrema o la pretensión de que resurja el comunismo y sea práctica en muchos países, cuando se sabe que ello no ocurrirá porque las condiciones actuales no dan para ello y, sobre todo, porque el marxismo-leninismo ha dejado de tener vigencia para los países del mundo que han abrazado plenamente el capitalismo. Se dirá que Corea del Norte, China, Laos y Vietnam son la excepción; pero, hay que convenir en que los manejos económicos tanto en China como en Vietnam son capitalistas y, en lo político, como medio de dominio a sus pueblos, sigan con las prácticas comunistas.
Nuestro país, capitalista en todo sentido, aún por muchos años será dependiente; mientras no diversifiquemos la economía con la creación de nuevas industrias; con producción que tenga mercados internos y externos seguros; la ampliación de nuestras redes camineras; el potenciamiento y apertura de nuevas líneas ferroviarias; la unidad en objetivos comunes de lo público con lo privado, habrá mucho camino por recorrer y no es con “soldaduras” que saldremos de la crisis porque se sabe que dicho término no cuenta en los hechos.
El Gobierno tiene que convencerse que habiendo divergencias serias, vigencia de políticas que permitan el contrabando; ausencia de medidas enérgicas en contra del narcotráfico; lucha efectiva contra la corrupción, y la no observación de conductas de ahorro en el gasto público, será difícil conseguir la unidad de todo el país, una unidad en que sector privado y público caminen por sendas ciertas, productivas, responsables para vencer todo lo que hasta ahora ha sido contrario a los intereses nacionales.
Finalmente, el gobierno sabe qué medidas y en el tiempo más breve, debe tomar para ajustar sus políticas con miras a cumplir las condiciones que anotamos y que, por el lado que se vea, son absolutamente necesarias para superar la crisis o, por lo menos, vencerla en parte para que en los hechos determinen, realmente, conseguir un desarrollo armónico y sostenido.
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