Waldo Silva Alfaro
No cabe duda que los días del 4 al 8 de mayo quedarán, en la memoria de los bolivianos, como aquellos en los que, por fin, logramos llevar ante los jueces del alto tribunal de justicia de La Haya, al país más agresivo y peligroso de esta parte de la región, el que nos causó el más terrible daño que se le puede provocar a otro país, tan sólo para satisfacer su incontrolable deseo de riqueza para sus grupos de poder.
Esta primera confrontación fue solamente para evitar que los invasores posesionen su impertinente planteamiento de que, según ellos, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) NO es competente para ver el asalto perpetrado en contra del pueblo boliviano en 1879 y que fue legalizado, según ellos, con un forzado “Tratado de Paz y Amistad”, aunque ni siquiera entienden el significado de esas palabras, porque nunca tuvieron la menor intención de cumplirlas en sus relaciones con nuestro país.
Por el contrario, continúan asaltando los recursos naturales de Bolivia, como las aguas del río Lauca, las aguas de los manantiales del Quetena (Silala), diferentes recursos minerales próximos al salar de Uyuni como el bórax y muchos otros bienes que salen sin control de Bolivia hacia ese país.
En mi personal opinión, pienso que si la CIJ no atiende nuestro clamor de justicia, no debemos sentirnos perdidosos ni nada por el estilo y, por el contrario, debemos continuar difundiendo esos hechos para que el mundo conozca la calidad de “vecinos” que tenemos, quienes con una invasión para asaltar propiedad ajena, se creen propietarios de esos territorios y difunden su delito por el mundo con un filme con el título de “Epopeya”.
En relación con el pedido del juez japonés Dr. Hisashi Owada para definir qué entendemos por “Acceso soberano al mar”, bastaría decirle que es la “libertad para vivir sin controles, respeto a las propiedades de un país vecino y, dignidad para desenvolvernos como seres humanos, como cualquier otro pueblo”. También debemos estar muy agradecidos por la excelente participación de nuestros ex presidentes y sobre todo a nuestro equipo de juristas internacionales, quienes están dando a conocer a la CIJ, con claridad y valentía, la infamia que estamos soportando por más de 136 años, como prisioneros de un país expansionista que pretende mantener una invasión largamente preparada, para continuar beneficiándose por siempre con su delito.
Pero lo pasado ya es pasado y lo que ahora nos corresponde a los bolivianos es prepararnos para el presente y el futuro con mucho estudio y trabajo, sin demagogia, para construir un verdadero país democrático, porque si continuamos como lo hacemos hasta ahora, ni la Corte Celestial estará dispuesta a atendernos.
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