Un informe escrito por Robert Valls, en su “Termómetro económico y social de América Latina”, en Buenos Aires, Argentina, y publicado en El País, de Madrid, España, el martes 5 del mes en curso, da cuenta que “más del 90 % de los fallecimientos sobre el asfalto ocurren en países en desarrollo, pese a contar éstos con sólo el 48% del parque mundial de vehículos”. Las cifras no dejan de ser escalofriantes, y por supuesto que Bolivia está incluida en esas referencias que deben preocupar a todos.
En el artículo se enfatiza: matan anualmente a más gente de la que murió en la guerra de Irak y provocan tantos heridos como la población total de España, Argentina o Colombia. Además del dolor humano infligido, se cobra entre el 1% y el 3% del PIB de varios países, lo que representa unas pérdidas estimadas de 500.000 millones de dólares, equivalente a los ingresos de un país mediano como Noruega, por ejemplo.
“Son los accidentes de tráfico -puntualiza- uno de los enemigos más implacables de las sociedades postmodernas, una epidemia difícil de frenar especialmente en las regiones en desarrollo. Como sucede en la mayoría de contextos, los más afectados por la inseguridad vial son los colectivos vulnerables: en este caso peatones, ciclistas y motoristas. Ellos suman el 46% de las muertes mundiales por accidentes de tráfico, y se han convertido en el colectivo a proteger con más urgencia”. En Latinoamérica representan la mitad de las muertes según la Organización Mundial de la Salud.
De ahí que, añade, “la trágica realidad tras estas cifras llevó a las Naciones Unidas a crear la Década de Acción para la Seguridad Vial, que para el 2020 debe lograr una reducción significativa de víctimas mortales en accidentes de tráfico en el mundo, a través de la mejora de los programas de los gobiernos. Como parte de esa campaña, desde hoy hasta el 8 de mayo se celebra en todo el mundo la Semana de la Seguridad Vial”.
Para América Latina, que ocupa el primer lugar en el triste ranking mundial de las regiones con las tasas de mortalidad más altas por accidentes de tráfico, el llamado de las Naciones Unidas se concreta en el siguiente desafío: reducir un 50% las víctimas en carreteras para el 2020. En otras palabras, que las 130.000 muertes que se registran en la actualidad disminuyan a la mitad.
Entre los principales obstáculos para lograr el objetivo, según los expertos, están el mal estado de las carreteras, la falta de educación vial o los sistemas de seguridad deficientes. El simple hecho de abrocharse el cinturón, según la OMS, reduce entre un 40 y un 60% el riesgo de muerte de los pasajeros en asientos delanteros, y entre el 25 y 75% de los pasajeros en asientos traseros. De todas formas, hoy sólo el 57% de los países exige el uso del cinturón en asientos traseros y delanteros, destaca, añadiendo que “otro de los aspectos cruciales para reducir las muertes en las carreteras es la recolección de datos. Y es que contar con datos veraces sobre las causas de los accidentes, si las víctimas cumplían o no con las normas de seguridad o la franja de edad de los fallecidos es crucial para elaborar políticas viales que funcionen”.
Aunque la situación de América Latina en este terreno no es ideal, los sistemas de recolección de datos mejoraron sustancialmente gracias a la creación, en 2010, del primer observatorio vial regional –OISEVI-, que en poco tiempo ha logrado establecer una base de datos fiable y, paralelamente, está facilitando el intercambio de experiencias exitosas entre países. El trabajo de este organismo se ha visto recientemente compensado con el reconocimiento del IRTAD –organismo de la OCDE que alberga la mayor y más fiable base de datos en seguridad vial del mundo-, que ha validado e incluido los datos latinoamericanos en sus anales.
Uno de los países de la región que más avances registra en este ámbito es Argentina. Desde su creación en 2008, la Agencia Nacional de Seguridad Vial ha aplicado políticas viales, basadas en datos veraces, que han contribuido a reducir el número de muertes en las carreteras de 15.4 a 13.6 por cada 100.000 habitantes.
El informe es puntual y preciso, y sólo cabe preguntar si el país está participando activamente en la “Década de Acción para la Seguridad Vial”, de la ONU; si le hemos dado importancia a la “Semana de la Seguridad Vial”, entre este 4 al 8 de mayo; y si tenemos una “Agencia Nacional de Seguridad Vial”, como en la vecina Argentina. Con base en las respuestas, podremos saber si de verdad estamos involucrados en las tareas para preservar la vida de peatones, ciclistas, y motoristas en nuestras inseguras carreteras, aunque los expertos también señalan que para cumplir con las promesas de la Década de Acción, será necesario consolidar el trabajo conjunto de gobiernos, entidades del transporte, sociedad civil, e industria del automóvil.
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