Álvaro Numbela Tejada
Después de leer la palabra de EL DIARIO, Decano de la Prensa Nacional y escuchar “micrófono abierto” de la hora 9:30 de Radio Panamericana del día jueves 7 de mayo de 2015, debemos ensalzar la profesión periodística que ofrece el gran valor de la investigación para conocer, innovar y contar con valentía lo que sucede.
EL PERIODISMO QUE CLAMA
A diferencia de lo que ocurre en Venezuela y Ecuador, donde se castiga no sólo lo que se dice, sino la intencionalidad, el inteligente conductor del programa de Radio Panamericana anuncia el respaldo del que gozan aquellos que hacen cualquier cosa en el ejercicio de sus funciones. Al respecto, citemos el trabajo de un Tribunal Electoral que todavía puede garantizar el retorno de doña Vilma Chuquimia; del Sr. Ramiro Paredes, quien también goza de una vacación forzada; entonces ¿qué sucede?... ¡Que tenemos un país de maravillas! Sin embargo, no todo pasa como quisieran las autoridades establecidas, la Prensa Nacional clama y se alarma con voz firme y potente por tanta incompetencia acumulada. La prensa lucha y está empeñada en vivir democráticamente y nos cuenta con valentía la realidad y sin nostalgias, ubicando con justo título a EL DIARIO y Radio Panamericana en la conciencia crítica irreductible del periodismo boliviano.
Finalmente, la prensa plantea cambios profundos necesarios dentro la vida política, económica y social de Bolivia. Mil gracias por todo ello.
EL DERECHO DEL PUEBLO
Se entiende que el derecho a la información es un derecho del individuo y una condición de la democracia, por cuya razón los periódicos y la radio – televisión aseguran la información. Menos mal que al respecto no la pasamos tan mal como en Venezuela y Ecuador, cuyos periodistas quisieran servir a los intereses nacionales, a las aspiraciones de sus pueblos y vivir en un espíritu democrático abierto y seguro para todos.
El presente artículo es un premio al clamor del periodismo que lucha por la libertad y los derechos; un periodismo que destaca al informador de coraje, quien -después de la experiencia vivida en Sucre y Beni- marca con admirable precisión la necesidad de la independencia del organismo técnico electoral boliviano, como un presupuesto de existencia para la importante misión de manejar imparcialmente la decisión del Soberano; razón por la cual el trabajo del llamado Tribunal Supremo Electoral debe fortificarse con una organización paralela que evite todo reproche. Ubicarse mejor en la problemática contemporánea del desarrollo o el necesario perfeccionamiento de las formas de organización político-social. Así lo exige el elemental sentido común.
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