La palabra espontánea
Luis Trino Lopera
Una gran parte de las empresas nacionales ha puesto cerrojos para que sus funcionarios no accedan a redes sociales a través de sus computadoras. Las ven como “ladrones de tiempo” que nada aportan a la labor diaria. Posiblemente tengan razón, no obstante y de manera contraria a este punto de vista, las redes sociales empresariales (RSE) o corporativas comienzan a marcar una nueva forma de trabajo al interior de las organizaciones.
Así es, se trata de redes que agrupan a todos los miembros y los convierte en usuarios activos, quienes participan proponiendo temas de discusión, emitiendo opiniones o simplemente aportando ideas para la resolución de conflictos internos. El concepto no es nuevo, es más, el Outlook posee las herramientas necesarias para armar un sistema interno con perfiles, fotografías e información básica de los usuarios.
Con la debida atención profesional, se puede asegurar un entorno seguro y privado en el que todos los miembros de la organización participen en procesos que mejoren la comunicación interna. Asimismo, se abre un abanico de posibilidades para llevar adelante una gestión centralizada de proyectos restringidos a un cierto número de usuarios, grupos de discusión con administradores por área, intercambio de documentos, todo bajo una perspectiva social de construcción colaborativa en beneficio de la productividad de la compañía.
Otras ventajas que son notorias cuando el público se apropia de la herramienta son: 1) La reducción de correos electrónicos, puesto que una gran parte de la información que se vierte por esta vía es para todo público. 2) Un mayor control en la actualización de documentos como manuales, reglamentos o disposiciones internas. 3) Se fortalece la colaboración abierta para la mejora de los procesos de ventas, atención al cliente, etc. Al tener una mayor cantidad de cerebros trabajando, se invoca, de manera implícita a aquellos que mayor experiencia tengan sobre un tema. 4) Reducción de esfuerzos y de dinero dedicados a la información interna como salud ocupacional, productos, reglamentaciones, etc.
Evidentemente los encargados de recursos humanos requieren una visión amplia para implementar esta herramienta que, de ser bien empleada, brinda una información exquisita sobre el personal de la empresa: cuánto participan, cuándo lo hacen, la calidad de comentarios e ideas de cada funcionario, su pericia con la tecnología e incluso su nivel de ortografía. Además, se logra un traspaso de conocimientos entre los funcionarios más experimentados y los que aún carecen de ciertas competencias, es decir, el beneficio adicional de una capacitación indirecta
Existen algunos intentos tímidos en empresas locales. Sin embargo, el miedo que provoca la filtración de información, el “comadrerío” o el uso ocioso que pueda dársele a esta RSE impide que se logre una experiencia satisfaciente.
De ahí en más, surge la recomendación para los RRHH y las áreas de seguridad de la información que se atrevan a proporcionar este instrumento a sus colaboradores, entregándoles la confianza y las reglas bien estipuladas. Con toda seguridad, los esfuerzos humanos y económicos serán adicionales a los ya utilizados por toda la programación y seguimiento que debe realizarse. Por otro lado, al ser bien empleada, la RSE se convertirá en un aliado al momento de la evaluación de desempeño y el aprendizaje interno.
El autor es Comunicador y experto en Recursos Humanos.
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