Seis semanas de paro de actividades académicas y administrativas confronta la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba, debido a un fuerte movimiento estudiantil en pos de lograr que se obtenga las cátedras mediante concurso de méritos y exámenes de oposición (titularización) y no mediante invitación como desde años atrás ocurre. Por consiguiente, los estudiantes exigen la derogatoria de la resolución 01/2015 del Consejo Universitario, mediante la cual se titulariza a centenares de docentes interinos o “extraordinarios”, como se los llama, obviando dichas pruebas de suficiencia.
El rectorado y la FUL se acusan mutuamente de la prolongación del conflicto y de evitar una solución final. Si bien la FUL se muestra inflexible en una demanda a todas luces justa y racional en aras del mejoramiento académico de San Simón. Visto el tema en perspectiva nacional, el problema es común al resto de las universidades públicas del país. En muchas no estalla la misma situación por la cooptación de los niveles directivos estudiantiles, recurso que induce a una inicial corruptela, por paradoja en un medio que debe más bien inducir a la mayor ponderación ética.
La proliferación de docentes interinos es común a las 10 o más universidades públicas autónomas. Verdaderos grupos de poder internos retienen decanatos y cátedras de modo inamovible, por lo general politizados hacia la izquierda, sino a posiciones de mayor grado extremista. El resultado es el descenso de los niveles de formación superior y su consecuencia directa, la emisión de profesionales mediocres. No en vano ocupamos uno de los niveles comparativamente más bajos del continente en la materia, pese a la enorme inversión estatal en las universidades y su participación en el IDH.
Es razonable reconocer que este panorama sin mayores horizontes, encuentra salvedad en algunas Carreras no tan contaminadas, como las de Ingeniería. La investigación que de cuando en cuando presentan éstas es un signo favorable, pero todavía queda pendiente mucho camino por recorrer. El casi común adocenamiento docente de décadas, se ha hecho improductivo en relación con las distintas áreas del conocimiento y si existe carece de la seriedad y profundidad que se espera de las cátedras.
La extorsión que ejerce un sector de docentes hacia sus alumnos en el rubro de calificaciones y exámenes apenas si resulta disimulado y aunque existen denuncias al respecto, las más se callan por lo indecoroso para ambas partes. En este párrafo inconfesable se inscriben los abusos con el alumnado femenino. Parece disminuida al máximo la conciencia de superación por medios moralmente lícitos, actitud que revierte en la vida social cada vez más deteriorada, entre otras de sus causas.
En este marasmo se hace ponderable la rebelión estudiantil de San Simón que, sin llegar a los extremos empleados, es un llamado de atención al resto de las universidades, hacia la recuperación del prestigio que alguna vez las rodeó. El Alma Mater no debe negarse a sí misma y en cambio su regeneración debe fluir constante, junto a la sabia de las generaciones que se suceden.
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