La carretera de la ignominia

“Acepten o no acepten, tarde o temprano habrá camino pavimentado por el trópico de Cochabamba hacia el departamento del Beni, que va a pasar por San Ignacio de Moxos”, dijo el presidente Morales a finales de abril durante un encuentro con las seis federaciones del trópico de Cochabamba. Por lo visto y oído, el Gobierno aún añora construir una carretera que fragmente en dos o más al Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), luego que en 2011 aparentemente renunciara a ese alocado proyecto por la presión de los mismos indígenas y la cancelación de un contrato millonario con la constructora brasileña OAS.

Recordemos que en dicho año, los indígenas del oriente marcharon a la sede de Gobierno -con represión brutal incluida- para evitar que la carretera Villa Tunari - San Ignacio de Moxos arrase con el TIPNIS. Ahora inesperadamente la oferta electoral y el programa del actual Gobierno plantean asfaltar entre 2015 y 2020 la totalidad del mencionado trayecto (305 Km). Tanta tozudez deja entrever que algo pasa más allá de la simple integración de dos departamentos hermanos separados por “tenebrosos” pantanos y bosques impenetrables.

En las dos últimas décadas los asentamientos ilegales en el TIPNIS han proliferado a diestra y siniestra y la colonización cocalera se ha acrecentado peligrosamente en sólo diez años. Los cocaleros parcelan las tierras comunitarias, tal como lo hacen los loteadores citadinos con las áreas verdes, luego las chaquean sin misericordia aniquilando cuanta vida encuentran, y no contentos con ello –según algunos informes- obligan a los indígenas a sembrar coca en su propio territorio, su legado ancestral. Y encima quieren hacernos creer que en Bolivia entera se practica el milenario acullico, razón por la cual se atribuyen el derecho de ampliar sus cultivos a costa de invadir reservas, santuarios y otros Parques Nacionales como el Carrasco y el Amboró, exterminando la biodiversidad que albergan y vulnerando su derecho a existir.

El Parque más antiguo del país -después del Sajama y del Tunari- fue creado por Decreto Supremo del 22 de noviembre de 1965. En septiembre de 1990 fue declarado Tierra Comunitaria de Origen (TCO) o a secas Territorio Indígena. En junio de 2009, el Gobierno entregó el título ejecutorial colectivo del TIPNIS de 1.091.656 hectáreas, legitimando de esta manera el territorio de 64 comunidades indígenas yuracaré, chimán y mojeño.

En octubre de 2011 -finalizada la marcha- Morales promulga la ley de protección del TIPNIS, que reconoce a la zona como intangible; poco después Gobierno e indígenas llegan a un acuerdo sobre la reglamentación que pone límites a la intangibilidad. Con todo, estos decretos y títulos no bastan para protegerlo, pues nunca representaron garantía alguna, el TIPNIS continúa siendo avasallado; y finalmente si se lo partiera por su corazón, tal como los malos augurios lo desean y como es lógico imaginar, los únicos beneficiados serán los cocaleros además de otros “gremios menores” (madereros, cazadores furtivos, mineros auríferos y narcotraficantes) que esperan con ansias la inauguración de esta carretera para continuar envenenando el agua y la tierra además de saquear los valiosos recursos naturales. Nadie en su sano juicio quiere que el mapajo y la chonta, el jaguar y el bufeo “lloren” de impotencia ante la atroz devastación que se avecina y se pierdan para siempre junto a millones de años de evolución y riqueza genética.

Señores gobernantes, hay un viejo adagio que dice: se predica con el ejemplo. Es hora de ponerlo en práctica.