Prosiguiendo con el análisis que realizan Andersen y Jemio, con el trabajo “La dinámica del cambio climático en Bolivia”, creo de extraordinaria importancia rescatar los principales impactos del CC sobre el sector agropecuario, en términos de su efecto sobre las pérdidas que se tendría en el periodo considerado para el análisis 2010-2100, con objeto de reiterar las recomendaciones que hacen los autores para tomar algunas medidas de política que permitan atenuar las mismas.
Interesa destacar que “más importante que los cambios lentos en los promedios de temperaturas y precipitación, son los cambios en la frecuencia y severidad de eventos climáticos extremos”, esto es, inundaciones y sequías.
El punto de partida son las proyecciones del sector agropecuario. Los datos más relevantes son que la población que se dedica a la agricultura y ganadería decrece (una tendencia mundial), pero el “tamaño absoluto del sector se multiplicaría 18 veces, lo que implica una tasa de crecimiento promedio del sector de 2,9%/año, pero el sector de agricultura industrial lo hace a una tasa del 6,5%”. La tierra cultivada por persona dedicada a esta actividad sube de 1,6 personas/Ha el 2000 hasta 26 Has/persona el 2100.
Los impactos totales se generan por cambios en temperatura y precipitación, los cuales provocarían una pérdida promedio por año de US$ 109, con pérdidas por persona para Santa Cruz 204, Beni 198, 152 Pando, Tarija 130, Chuquisaca 108, Cochabamba 111, Potosí 88, La Paz 58 y Oruro 57, con la connotación de que “los municipios inicialmente más pobres, pierden mayores cantidades de sus ingresos, que aquellos más ricos”.
Los impactos totales para el periodo considerado son realmente significativos: “el valor neto presente de las pérdidas totales que sufrirá el sector agropecuario durante el resto del siglo llega a 106 mil millones de dólares reales de 2007. Esto corresponde a un promedio del 16% del PIB agropecuario, pero obviamente la pérdida es mayor hacia el final del siglo, mientras que es menor al principio. En porcentaje del PIB total, asciende a 2,12% en promedio durante el resto del siglo”. La agricultura es el sector que experimenta los mayores impactos negativos pérdidas de 17 y 11% en los 2 escenarios considerados.
Entre las conclusiones principales: “Cada uno de los diferentes tipos de impactos afecta las diversas áreas de Bolivia con diferente fuerza. La desertificación y falta de riego afectará sobre todo el Altiplano, mientras que inundaciones por precipitaciones fuertes afectarán sobre todo a las tierras bajas”.
Las recomendaciones se sintetizan en: “i) para aprovechar el aumento inevitable en la concentración de CO2 en la atmósfera, se recomienda un programa de investigación sistemática para identificar cuáles especies de cultivos responden mejor a esta fertilización bajo las diferentes condiciones relevantes para Bolivia. ii) Para aliviar la falta de lluvia en ciertos lugares que ya sufren sequías frecuentemente y que probablemente sufrirán más en el futuro, será necesario aumentar la cobertura de sistemas y sistemas de captura de agua. iii) Para reducir las pérdidas por las inundaciones, que probablemente aumentarán en frecuencia y severidad por los cambios climáticos, es importante mejorar el sistema de planificación territorial y reducir la forestación ilegal”.
Frente a los resultados de la Cumbre “Sembrando Bolivia” que se propone metas muy ambiciosas, sería deseable que los encargados de la política nacional sectorial y los que serán responsables de la coordinación de la aplicación de esas propuestas tomen en consideración este importante aporte intelectual sobre el impacto del CC en las próximas décadas.
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