Nicómedes Sejas T.
Evo quiere gobernar para toda la vida “como en China” (15/05/2015).
El Presidente y su Vicepresidente, el caudillo y el caudillista, parecen haber encontrado la justificación de sus deseos de prorrogarse en el poder indefinidamente y con ella ignorar la noción de institucionalidad democrática y de su normativa. La presentación de los alegatos ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya, por el equipo de internacionalistas, aplaudida por muchos sectores sociales, se intenta convertirla en el éxito personal del presidente Evo Morales. La propaganda oficial, con el exitismo que la ha caracterizado, muestra la actuación del equipo de internacionalistas, como si el mismo Presidente hubiera presentado aquella docta exposición de alegatos, incluso sin importar sus resultados, ya que el solo hecho de haber expuesto a Chile ante un tribunal internacional parece ser un triunfo; aún más, el supuesto éxito ilumina toda la gestión del caudillo. La conclusión de este sofisma es que el caudillo y el MAS son necesarios indefinidamente.
En este discurso propagandístico, el entorno presidencial, los caudillistas no sólo desean continuar en el poder, sino que para ello tienen que fortalecer la imagen del caudillo, pues sin la continuidad del caudillo en el poder no hay poder para los caudillistas; sin Evo Morales el MAS también desaparecería.
En esta lógica partidaria, el jefe del partido encarna cualidades excepcionales, con un séquito de seguidores incondicionales que refuerzan el viejo mito del caudillismo, donde el caudillo y sus seguidores se implican, estableciendo una relación de necesidad mutua. Este nuevo orden, bastante próximo al cumplimiento de una ley, tampoco puede prescindir de visiones apocalípticas, donde cualquier alteración significa un sismo seguido de desastres.
Como todo mito, su discurso no puede prescindir de nociones fatalistas. El caudillo, un aymara, víctima de la discriminación, que no tuvo otra escuela de formación que los cursillos de capacitación sindical y cuya lucha sindical de confrontación con el Gobierno por defender los intereses cocaleros, no por casualidad ha llegado hasta el palacio de gobierno. Este fatalismo magnifica un aura de predestinación en este ascenso del caudillo al poder.
Los factores objetivos que podrían desmitificar aquel discurso se los ha estigmatizado, atribuyéndole una identidad neoliberal contra la que el pueblo ha luchado en los luctuosos días del año 2003. Se ha borrado que la participación popular ha sido la plataforma de su crecimiento organizacional. Se ha minimizado los beneficios del capitalismo global, cuyos precios altos fueron el colchón económico del MAS, durante estos diez años de gestión. Una excepcional bonanza oculta las ineficiencias de un gobierno rentista y centralista, cuya demagogia ha quedado absorbida detrás de un asistencialismo simbólico, bajo la apariencia de justicia social. Mientras el furibundo antiimperialismo aviva la llama del sentimiento nacionalista contra los enemigos externos causantes de nuestro atraso, el cuantioso flujo de divisas por la exportación del gas se atribuye a la virtud del modelo de gestión del socialismo comunitario.
Esta combinación de caudillismo y estatismo rentista, del mismo modo que fue sustentada durante una década por el capitalismo global, al final de este ciclo también develará sus contradicciones y su inviabilidad. El nuevo escenario de vacas flacas será el contraste que visibilizará la inviabilidad de un modelo de gestión con bases ideológicas, la irracionalidad de una economía ideologizada.
El caudillismo ha socavado el Estado de derecho. Los ciudadanos que asumieron el poder jurando a la Constitución pretenden desguarnecer de toda garantía legal su propio ejercicio del poder; no existe más la estructura institucional del Estado divido en poderes. El caudillo del MAS el único liderazgo que no puede ejercer plenamente es el religioso. Las potestades legislativas y administrativas se han fusionado en el ejecutivo y su voluntad, como en el caso del requisito de la residencia de los candidatos, aplicado con doble rasero, eliminando a unos y habilitando a otros.
Naturalmente que los procesos sociales no son tan mecánicos ni causales. La realidad objetiva cambia, el caudillismo también trata de adecuarse a tal cambio. Los recientes virajes del socialismo comunitario han sido bastante sigilosos: abandono de su identidad étnica y de su perspectiva de descolonización, adopción de las estrategias liberales para disimular su ineficiencia en la gestión de importantes empresas estatales, como la reducción de la carga de las planillas de Huanuni y Enatex, relocalización.
La realidad no sólo es cambiante, en este caso es también amenazante, ante la cual el caudillismo parece no tener más que una respuesta de sus buenos deseos: la fórmula política de continuidad del caudillismo en el poder.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |