La familia y los valores

José Antonio Navia Alanez

Lo más atractivo de un hogar no siempre está en los bienes materiales o en el confort que se busca para un buen vivir. Podemos vivir en una choza y tener paz espiritual, siempre y cuando cultivemos los valores de la familia, como gratitud, integridad, paciencia, respeto, unión y colaboración. La familia es una sociedad perfecta porque existe autoridad y súbditos; tiene una mini Constitución que todos los miembros de la familia deben acatar, es decir normas y reglas. Es aquí donde se debe cultivar las normas sociales; todos deben tener derechos y deberes, que son propios de un hogar organizado.

La primera escuela formadora de valores debe ser la familia, los padres tienen la misión principal de educar a los hijos con valores cívicos, morales, profesionales, deportivos, espirituales, etc. Los hijos tienen que acatar estas normas, para tener una vida ejemplar.

Para reformar la sociedad hay que empezar por reformar la familia, porque educar a los hijos con valores les permitirá vivir en armonía con la sociedad. Ética y espiritualidad deben ser enseñanzas básicas del hogar, como parte de los planes fundamentales de la formación personal; cultivando virtudes se tendrá buenos frutos a la larga. Una educación sin moral en nuestros hijos es preparar hombres mediocres, egoístas; una educación sin espiritualidad es preparar personas sin sentimientos, sin afecto.

Los padres de familia se deben caracterizar por virtudes como compasión, amor y, sobre todo, tener un buen juicio, para que todas estas cualidades se irradien sobre la mente de sus hijos. Al recibir esta irradiación los hijos fortalecerán sus sentimientos y juicios, así se irán moldeando para ser ciudadanos del mañana con virtudes.

Estamos viviendo una generación de antivalores, peor que las anteriores; vemos pobreza, marginación, corrupción, depresión, racismo, injusticia, ignorancia, etc. Las familias de hoy están pasando por un mal momento, están sufriendo por transformaciones, desenfreno, tentaciones, todo eso se produce por una crisis de valores. Hoy más que nunca están abandonando la fe, la religión, se dedican a buscar otros rumbos para lograr grandes ganancias, riquezas, lujos. La moral y la espiritualidad son despreciadas, como objetos sin valor.

Para muchas familias vale todo lo que pesa y no dan importancia a la práctica de los valores. Los padres de familia deben ser formadores y transmisores de los grandes valores, así como guías espirituales para sus hijos. Lamentablemente estamos en un mundo globalizado, que es una de las causas para la pérdida de los grandes valores; otro problema de las familias es la falta de comunicación entre padres e hijos; por estas falencias en muchos hogares hay violencia, incomprensión, maltrato psicológico.

En el fondo, las causas de la pérdida de valores de los hijos son las siguientes:

Los padres descuidan la educación que nutre la espiritualidad de sus hijos. Los padres pierden autoridad, no hay disciplina ni educación con valores desde la infancia; la materia de religión no cumple la función de enseñar virtudes. Nuestros jóvenes se volvieron consumidores de la tecnología moderna. En las salas de Internet se cultiva la holgazanería. Allí ellos buscan falso placer, sentándose por horas frente al computador, chateando o hablando con otras personas, aquí también se altera la conducta de los jóvenes.

Por todas estas falencias, jóvenes incurren en alcoholismo, prostitución, conducta social no adecuada a las normas sociales, sus modales dejan mucho que desear. Practican relaciones sexuales desde la adolescencia media, es decir entre los 15 y los 16 años. Sobre todo esto se escucha con más frecuencia.

La difusión de la pornografía corrompe la mente de la juventud.

La poca vigilancia y la falta de decisiones de los padres hacen que los hijos pasen de la libertad al libertinaje. Todo eso produce la decadencia de la moral. Es una gran responsabilidad educar a los hijos con valores, sabiendo que estamos viviendo una época de desenfreno y grandes tentaciones. Por lo tanto, los padres tienen una misión con los hijos y deben encauzarlos por la senda de la rectitud y las virtudes.

Por todo lo mencionado es indispensable el cultivo de los valores en la sociedad y debemos practicarlos de generación en generación, para formar a nuestros hijos como seres superiores y así ellos formarán una sociedad justa, con paz, justicia y fraternidad. Estas cualidades nos permitirán pensar, evaluar y deben ser referentes para una calidad de vida y conducta de las personas.

En las escuelas se tiene que cultivar valores y así serán los referentes indispensables para que los niños sean forjadores de los ideales nobles y espirituales. Estudiantes universitarios, profesionales y público en general, deben practicar todas las virtudes, porque forman un manantial fecundo e inagotable de sabiduría suprema, que nos conducirá a un verdadero buen vivir.

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