Falta de decoro prevalece en el TSE

La ética tiene que ver con el apego a la verdad cuando se escribe o se habla públicamente. Su práctica y apego a ella es, por tanto, la manifestación más elocuente del buen comportamiento humano, en todos los planos de la vida. Muchas veces demanda renunciamientos, a veces penosos, pero no queda otra opción, por respeto a sí mismo.

En el último tiempo, la corrupción ha escandalizado al sentir ciudadano, por la flagrancia con la que se hizo presente en el escenario nacional. Pero, el colmo de la ilicitud se produjo nada menos que en el Tribunal Supremo Electoral (TSE), por la parcialidad e impunidad con que organizó y administró las dos últimas elecciones efectuadas en el país. La general del 12 de octubre último y la regional del 29 de marzo.

La gravedad en ambos casos radica en que estuvieron dedicadas a constituir los mayores poderes públicos que existen en Bolivia. Los órganos ejecutivo y legislativo, en la primera oportunidad, y las gobernaciones y los municipios, en la segunda.

En las dos ocasiones se incurrió, con el mayor desenfado, en serie de groserías. No precisamente por incompetencia o por errores imprevisibles, sino por deliberados afanes de favorecer a sus mandantes y perjudicar a los oponentes de éstos.

Con tanto descaro se hizo todo esto en el TSE, poniendo en evidencia clara y rotundamente que no era más que un instrumento subordinado, al extremo que avergonzó, por lo menos en la apariencia, a los propios beneficiarios del servilismo extremo al que llegaron los siete integrantes de este cuerpo.

En el pasado hubo también algo o mucho de esto mismo, pero nunca se llegó a tanto. Podría decirse que sus autores fueron más hábiles para no ponerse en evidencia como ahora, aunque tampoco sus irregularidades han podido ser de la magnitud que esta vez se han dado.

Salvo un caso, en el que un candidato presidencial obtuvo más votos a favor que el número de los electores habilitados. Sin embargo, fue la propia Corte Electoral de entonces la que procedió a anular la elección, seguramente porque no quiso pasar de complaciente; aparte, de la censura pública que originó el fraude cometido.

En el caso presente, Evo Morales dio indicios de que sentía algún malestar, pero lo mediatizó, declarando a la prensa que había la posibilidad de “debatir el trabajo del TSE”. Dijo que se procedería a ello, después de los “balotajes” en Beni y Tarija. Transcurrieron ya más de 15 días de su cumplimiento y el “debate” no se produce aún o su resultado no se hace conocer.

El Vicepresidente, presuntamente, fue un poco más allá, cuando expresó en los medios de comunicación que “…en ningún momento, nosotros hemos querido hacer ello, pese al daño que sufrimos, porque tenemos que ser respetuosos de la institucionalidad democrática y no podemos medir nuestro apoyo en función de nuestros intereses particulares”.

Ambos mandatarios, empero, tienen en su conciencia que no es cuestión de hacer “balances” ni de recordarse, aunque en buena hora, de la institucionalidad democrática, sino de actuar de su parte. Pues, los integrantes del TSE fueron designados por la amplia mayoría del MAS, en la Asamblea Legislativa. Y, está visto públicamente, que los legisladores del oficialismo dependen de las órdenes superiores de su organización.

Es evidente que los mandatos de los siete vocales del TSE vencen entre el 2016 y 2017, pero cuando en el mandato que recibieron incurrieron en delitos administrativos, éticos y hasta de procedimiento legal, lo correcto sería que desde la máxima conducción del MAS se ordene su relevo.

Cabe recordar que el presidente Morales destituyó recientemente a un Ministro, por falta disciplinaria a su persona. Los vocales del TSE, empezando por su presidenta, Wilma Velasco, cometieron verdaderos delitos públicos, por lo que no corresponde guardarles consideración alguna para sancionarlos, como sería lo pertinente en otras situaciones.

Al no procederse así, queda en claro que los actuales integrantes del TSE lo que hicieron fue cumplir órdenes superiores. Así, para citar algo concreto: facilitaron que el MAS aparezca como ganador en las gobernaciones de Chuquisaca y Beni.

Debería quedarles algo de decoro individual y hacer abandono de los cargos que ocupan, por la condena generalizada a la que se hicieron acreedores. Ni siquiera renunciar, porque esta actitud suele estar revestida, en muchos casos, de gestos de honorabilidad o de disenso con alguna orden recibida, honestamente inaceptable de comprometerse con ella.