Monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado hace 35 años fue declarado oficialmente ayer beato por el papa Francisco, quien en una carta suya leída en una multitudinaria ceremonia en San Salvador, lo calificó de “ejemplo de siervo de Dios” y “padre de los pobres”.
Unas 300.000 personas concentradas en la plaza del Salvador del Mundo ovacionaron y dieron vivas a Romero tras la lectura de la carta de Francisco por Jesús Delgado, un obispo que fue secretario personal del nuevo beato.
La beatificación se concretó cuando la reliquia de Romero, consistente en la camisa ensangrentada que vestía el día de su asesinato, flores y una palma que significa “la victoria de los mártires”, fue incensada por el cardenal Ángelo Amato, el enviado del Papa.
Amato, que presidió la liturgia, enfatizó: “Esta es una fiesta de gozo y de fraternidad para la Iglesia y para la nación salvadoreña”. “Romero no es símbolo de división, sino de fraternidad y de concordia”, añadió. (agencias)