Doña Manuela Gandarillas y honor a la madre boliviana

De doña Manuela Gandarillas y su amor a la Patria, a su tierra, hasta con menosprecio a su ser y su propia vida, escribe Nataniel Aguirre en su obra Juan de la Rosa. En el capítulo XX, página 256 y siguientes destaca el valor, el coraje y la decisión de Manuela para enfrentar a José Manuel de Goyeneche, junto a las mujeres y cuanta gente patriota se sumara, jóvenes, niños, quizás pocos hombres, porque muchos ya habían ofrendado sus vidas luchando en las guerrillas, después de 1809, para conseguir la independencia de nuestra Patria.

Muchos escritos hacen énfasis en las enseñanzas de doña Manuela y su desempeño durante sus años de vida. Vamos a destacar algunos fragmentos de los trabajos de investigadores de la historia que resaltan las condiciones personales de ella.

“Una mujer de 60 años, trenzas canosas y voluntad inquebrantable. Nació en Cochabamba en 1752. Falleció en 1812. Así era Manuela Gandarillas, mujer que se había enterado de que el ejército realista español, comandado por el brigadier José Manuel de Goyeneche, avanzaba hacia Cochabamba. Pese a su ceguera, comandó el regimiento civil femenino”.

“La Manuela, como la conocían, vivía en la zona de Caracota, junto al mercado, donde vendía algunos productos. Se había quedado ciega tres años antes de la batalla de las Heroínas a causa de la diabetes”.

“Manuela, como única hija mujer, criada al lado de hermanos varones, sabía manejar el sable como uno de ellos. Cuenta el relato familiar que el momento de enfrentarse a Goyeneche era la única dama que manejaba un arma, pues el resto alzaron palos y piedras para defender sus hogares”.

“Si bien algunos investigadores no se han convencido de la existencia de esta mujer, el hecho del que forma parte sucedió y marcó la historia, no solamente de una ciudad, sino de un país. Lo que esta mujer representa es mucho más grande que ella misma; después de todo, es una imagen de la mujer cochabambina que está dispuesta a proteger su hogar sin revelar debilidad alguna”.

“Manuela tenía una familia propia. Casada con Juan de Dios Revollo, había tenido 4 hijos, dos varones y dos mujeres. También tuvo una nieta. Ya que trabajaba en un mercado, las demás vendedoras la presentaban con sus nietas y por eso era, al mismo tiempo, la abuela simbólica de varias niñas de la región”.

“Sus amplios conocimientos le confirieron mucha confianza de los demás, de manera que era respetada y considerada como una sabia consejera. Debido a esta reputación fue que las demás mujeres cochabambinas decidieron seguirla a la batalla contra Goyeneche”.

“Como indican los registros históricos de la batalla, fue nada menos que Goyeneche quien la hirió de muerte en el pecho. Entonces, con una actitud desafiante, Manuela recogió con la mano su sangre y la arrojó a la cara de su verdugo. Este hecho aparece en la obra Juan de la Rosa, de Nataniel Aguirre”.

Habían transcurrido más de cien años y el recuerdo de la hazaña de las mujeres aquel 27 de mayo de 1812, creó en la conciencia de los gobernantes el reconocimiento justo a las mujeres madres que sacrificaron sus vidas en aquella contienda y, el 8 de noviembre de 1927, mediante una ley se instaura como fecha de conmemoración a la madre boliviana el día 27 de mayo. Dice un comentario que, desde entonces, cada boliviano, sin importar dónde esté, sonríe y festeja al ser que le dio la posibilidad de estar vivo. Agradecemos por el milagro de la maternidad.