Pekín, (EFE).- El 26 aniversario de la matanza de Tiananmen, que supuso un trágico final a las protestas prodemocracia de 1989 en China, transcurrió ayer con el habitual contraste entre el silencio forzado dentro del país y peticiones desde el exterior para que Pekín asuma responsabilidades y desclasifique aquellos hechos.
En una China donde apenas circulan noticias o fotografías sobre los sucesos ocurridos en la noche del 3 al 4 de junio de 1989, para los cientos de turistas que ayer recorrieron la plaza de Tiananmen era un día más para visitar la Ciudad Prohibida o rendir sus respetos al cuerpo embalsamado de Mao Zedong.