Gabriel Arrese Leza
El 80% de la población mundial no cuenta con una protección social integral y 800 millones de personas están en riesgo de pobreza, según la Coordinadora Estatal de Comercio Justo. En este sentido, el comercio justo se alza como una alternativa económica sostenible. Está presente en más de 70 países y cuenta con más de dos millones de trabajadores. Sus ventas globales superaron los 5.500 millones de euros en 2014.
Este comercio alternativo defiende unas condiciones dignas y seguras para el trabajador mediante el pago de un salario adecuado. Además del aspecto económico, beneficia a los empleados y a la población, favorece la igualdad de género y una educación básica. Esto es posible gracias a las donaciones que se consiguen con las iniciativas de estos productos.
Iniciativas como El café Tierra Madre cultivado por mujeres nicaragüensesque forman parte de la cooperativa Aldea Global. Mujeres que luchan, a través del comercio justo, para ser propietarias de sus tierras. Un gran paso que pretende acabar con la dependencia económica del marido. O como el caso de la cooperativa Mahaguthi en Lalitpur, India, que tiene 125 trabajadoras de las cuales el 85% son mujeres viudas o víctimas de violencia de género.
Mientras, Supracafé, de la región de Cauca ha donado más de 41.830 euros. Y en un polígono industrial de Kolkata, India, personas disminuidas físicas que encuentran en este comercio una voz y alternativa a la exclusión social. El objetivo es rehabilitar y ayudarles de manera económica. Al igual, Craft Link en Kolkata también, trabaja con jóvenes de la calle. Y es que La India es el principal proveedor de nuestras tiendas.
El comercio alternativo representa más que un producto. Vende historias de aquellas personas que ven en la creación de un saco de lana un incentivo económico para ellos y para ayudar a los demás.
Los productos del comercio justo se identifican con el sello Fairtrade. Permite a los productores y trabajadores de países del sur vivir de manera digna de su trabajo y ser dueños de su propio futuro. El norte vende los productos con el máximo beneficio mientras se sirve de las materias primas y mano de obra barata del sur, empobreciéndolos. Este sistema acarrea explotación infantil, esclavitud y discriminación contra la mujer.
Consumo frente a consumismo. Cuando compramos productos innecesarios condicionados por nuestro entorno social, cuando tiramos comida o productos sin plantearnos su aprovechamiento para otra persona sucumbimos al consumismo. Y qué decir del abuso de la energía.
Una alternativa a este comercio consumista e insolidario es el consumo colaborativo y ético como los coches compartidos, emisoras de radio online, o los mercados de segunda mano. Solidaridad que salva vidas a través de productos.
Un simple cuaderno de un color vivo a la vez que suave, de fino papel y decoración étnica se vende para escribir en él una historia que, sea cual sea el texto, llevará impresa la salvación de la vida de una mujer viuda, un niño o una persona disminuida física.
El autor es periodista.
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