Cartas
Señor Director:
El 24 de mayo de 1924, el presidente Bautista Saavedra dictó el decreto supremo que declara el 6 de junio como “Día del Maestro Boliviano”, fecha dedicada a rendir justo homenaje formador de niños, jóvenes y adultos. El trabajador del aula forja el espíritu de los futuros ciudadanos de la Patria.
Con razón reconocemos a Jesucristo como el Maestro de los maestros, también llamado “Pedagogo de la Humanidad”. Al respecto el evangelio dice: “Dejad que los niños vengan a mí”. La iglesia coadyuva en la educación desde que fue constituida como columna y fundamento de la verdad, justicia y amor sin límites. Todos los trabajadores intelectuales y manuales que nos asombran con los adelantos de la ciencia en todos los campos merecen nuestro reconocimiento por su labor en la escuela.
La Patria necesita maestros de corazón, gente que del dolor haya sabido arrancar flores de bondad y de bien a favor de los educandos. Que maestros capacitados ofrezcan el oro de su alma y el pan de su saber a todos los educandos en el país. Maestros que sepan sacrificarse por ideales positivos y, eternizarse con sus obras geniales; que sean verdaderos artífices de cambio para forjar un futuro promisorio de la nación. Los maestros surgirán si el Estado y el pueblo saben otorgar respeto y consideración al hombre que enseña, orienta y educa, que forma integralmente al educando, ya que en cada rincón de nuestra Patria siempre habrá alguien que haya sido formado, educado, beneficiándose con su profesionalización.
Al maestro con cariño, no se le debe regatear el salario justo y equitativo, y el mendrugo de pan al que tiene derecho. Quién no recuerda sus bellos años de estudiante, a sus maestros o maestras con cariño y respeto por sus sabias enseñanzas de ética y moral para nuestra sociedad en crisis de valores. El maestro entre libros, mesa, tecnología, niños y jóvenes, diariamente renueva su ilusión de servir al estudiante, siendo eterno soñador, como sus antepasados Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar y el profesor Jaime Escalante, que gozan de la eternidad celestial.
El docente con su experiencia y su formación tiene cualidades y creatividad que se manifiestan en el encuentro con sus alumnos en el aula o fuera de ella. El profesor exige condiciones como disciplina y responsabilidad para desarrollar su valiosa labor científica y técnica, con mucha confianza y seguridad, en la enseñanza y aprendizaje que irradia hacia los educandos. En el maestro existe un potencial incalculable de saberes que no siempre la sociedad sabe explotar ni valorar.
Cuántos jóvenes tomaron en colegio decisiones definitivas en relación con su futuro. Cualquier transformación o innovación en la reforma educativa que se pretende en la educación debe contar con el maestro de aula, quien debe ejecutarla. El profesor tiene que ser escuchado, comprendido en su dimensión humana y profesional. Su riqueza espiritual interior es la valiosa credencial que vitaliza su innegable calidad. Si se hace cambios en la educación sobre su angustia e inquietud, éstos nunca tendrán arraigo, el maestro es el arquitecto de la tarea más difícil: educación de los niños.
Salud, maestro, en el día dedicado a tu homenaje, Dios bendiga tu noble labor, que la cumples con el más grande amor.
David Espejo
O.F.S.
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