Nos “calienta” la corrupción (ajena)

Reapareció mi socia periodística luego de haber cumplido satisfactoriamente con todas sus promesas que hizo ante el Señor Jesús del Gran Poder y mirándole a los ojos comprendí que continuaba siendo una cholita cochabambina de alma blanca, por lo cual le pregunté qué opinaba acerca de los actos de corrupción cometidos en la FIFA.

Su respuesta no se dejó esperar: “la corrupción de los otros es asquerosa y condenable, mientras que la nuestra es perdonable”.

Le comuniqué su nueva tarea periodística, consistente en averiguar entre los más importantes ciudadanos que nos gobiernan su opinión acerca de la FIFA y de sus dirigentes mundiales, continentales y regionales; corriendo la cholita tras su cometido cual un veloz futbolista, no sin antes proceder a arremangarse sus enaguas y polleras. Al regresar después de varias horas y luego de haber conversado con hombres sabios y otros menos sapientes, me dijo la cholita encuestadora: “todos condenan la deshonestidad de algunos dirigentes de la FIFA y piden sanciones para ellos ‘caiga quien caiga’, debiendo llevarse este pleito hasta sus ‘últimas consecuencias’, como hacemos nosotros en Bolivia”.

Esa conclusión me llenó de orgullo nacional y así se lo dije a mi comadre, quien también emocionada me estrechó entre sus brazos, apechugándome después de muchos días de ausencia obligada por motivos religiosos y folclóricos.

Ese fue el momento cuando pronunció su célebre frase de “los corruptos nos calientan sobre todo cuando éstos son extranjeros”, evocando en ese momento al súbdito peruano, el señor Belaúnde, cuya corrupción obligó a nuestro presidente vitalicio Evo Morales a entregarlo personalmente a la autoridad peruana. Macacha concluyó: “Es que a los bolivianos no nos gustan los extranjeros corruptos, como parecía ser el señor Belaúnde y como seguramente lo es el señor Blatter, Presidente de la FIFA”.

Como la cholita nacida en Quillacollo lo sabe todo y si no se lo inventa, le pregunté cauteloso si sabía algo de la vida del señor Blatter, quien todavía manda en la FIFA, respondiendo mi comadre cual carretilla: “El señor Blatter es un señor muy inteligente, quien un día alcanzó a presidir la institución matriz del fútbol mundial, el deporte universal que convierte en millonarios a dirigentes que lo administran en todos los países del orbe y también a muchos privilegiados que lo juegan”. Pues bien, el señor Blatter se dio cuenta del multimillonario negocio que se montaba alrededor de un cuero inflado, cuya posesión era disputada por veintidós diestros que se lo peleaban y se montó en el sillón de la Presidencia de la FIFA. Cualquier parecido con nuestra realidad política actual es pura imaginación, pues los bolivianos ya sabemos que la corrupción es extranjera y que nosotros nos calentamos cuando olemos la presencia de corruptos entre nosotros.