Cochabamba
La expectativa es producir, en promedio, hasta 30.000 plantines (plantas bebé), cada año, para repuntar, significativamente, la producción anual de durazno y manzano, dos frutas exóticas propias de la región pero que hoy, por falta de incentivos, se han convertido en lucrativas fuentes de contrabando que llegan de Perú y Argentina para satisfacer la demanda boliviana. El proyecto involucra 731 hectáreas y a más de 9.000 familias en el Valle Alto de Cochabamba.
El desafío, por donde uno mira, es definitivamente monumental, al punto que el Gobierno a través del Instituto de Innovación Agropecuaria y Forestal (Iniaf) y el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Sensag) abrieron los ojos y decidieron apostar en grande, más de 69 millones de bolivianos en los próximos dos años.
El surco está hecho y los responsables tienen un nombre: la Asociación de Viveristas del Valle Alto y el Programa de Innovación Continúa (PIC) de la cooperación Suiza en Bolivia.
De hecho, los frutos que comenzaron a cosechar los campesinos lo sembraron hace cinco años cuando el PIC llegó hasta los municipios de Cliza, Arbierto, San Benito, Punata, Tolata, Villa Ribero y Arani con la denominada Plataforma de Coordinación Interinstitucional e Innovación Tecnológica Frutas del Valle-Placiit FV.
Con un horizonte promisorio, Jaime Crespo, por hoy máximo dirigente de los viveristas del Valle Alto, está decidido hacer de Cliza un verdadero laboratorio para la producción de plantines de “alta calidad” pero sobre todo “certificadas”.
Para mostrar con hechos lo que promete apeló a los resultados. “El año pasado la asociación vendió los primeros 2.000 plantines de durazno al Iniaf y como yapa el Gobierno demandó, en los hechos, 14.000 logramos cubrir la solicitud”, aseguró Crespo.
Para este año la meta aún es más ambiciosa. “Vamos a producir 15.000”, anunció. Las plantas bebés de durazno y manzano serán comercializados además a otros departamentos.
“10 mil más saldrán el próximo mes de septiembre hasta la población de Cotagaita, en el departamento de Potosí”, raya números el productor que junto a otros 18 socios apuntan a revolucionar la producción de frutas en la zona.
De hecho los plantines ya trascendieron los límites departamentales. “Llegaron a La Paz, ingresaron al Chaco boliviano y hay planes para irradiar sus beneficios en Chuquisaca”, reveló Crespo.
GUMUCIO REYES
El caballo ganador que poseen en sus manos los viveristas del Valle Alto tiene un nombre: Gumucio Reyes. Esta especie de durazno es la más difundida y también afamada, no solo en Bolivia, sino en Perú y otros países.
“Se llevaron la planta al exterior y ahora la devuelven industrializada”, comentó al respecto Roberto Cano, otro de los productores que, a capa y espada, lucha por convertir al Valle Alto en el centro de la producción frutícola del Estado.
Para convertir la producción en una actividad seria, pero también lucrativa, los campesinos tuvieron que recibir instrucción.
Crespo lo hizo por su cuenta, Cano improvisó al inicio iniciativas personales, pero después la asociación abrió puertas para reactivar una práctica común en todo el mundo: diálogo de saberes. Llegó entonces el PIC y terminó de cerrar el círculo virtuoso.
Durante el último lustro desplazó horas de instrucciones a los productores para enseñar cómo y bajo qué condiciones será posible producir plantines y hacer viveros.
SUIZA
Con proyección a escala industrial la Plataforma de Coordinación Interinstitucional e Innovación Tecnológica-Placiit FV, dependiente del Programa de Innovación Continúa (PIC) y financiado por la Cooperción Suiza en Bolivia (Cosude), impartió en los últimos cinco años asistencia para la formación técnica productiva.
Lo que hizo el programa fue “hacer educación” de forma muy particular con los productores con el fin de formar “fruticultores con excelencia” dijo al respecto Marcelo Velasco, coordinador del Consejo Departamental de Competitividad (CDC), un brazo más que forma parte de la cooperación Suiza.
Los productores que sometieron el interés que tienen a la formación fueron instruidos bajo el “enfoque de competencias laborales del Valle Alto de Cochabamba”, señaló el coordinador.
“Con este fin el Placiit FV, la Fundación Fautapo y el Tecnológico de Tarata (TAT) concretaron una triple alianza para fortalecer la formación de recursos humanos en producción frutícola sobre la base del aporte decidido que también hicieron los municipios de Cliza, Punata, Arbieto, Tarata, San Benito y Tolata”, explicó los alcances del programa Velasco.
Esta sinergía de esfuerzos permitió “potenciar el proceso productivo de frutales y trazar un horizonte hasta en 2016 e incluso más allá”, puntualizó.
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