Víctor Hugo Rodríguez Tórrez
En el Día Mundial de los Océanos, instituido el 8 de junio por la ONU, valga la reafirmación: Para Bolivia sin mar, se trata del despojo irresuelto más antiguo del mundo.
El mayúsculo acontecimiento protagonizado por Bolivia en el Siglo 21, corresponde a su demanda interpuesta ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, a través de un diestro equipo jurídico empapado en el tema. Un fallo favorable obligaría a la decimonónica contraparte, entablar entendimiento para resolver la probable reposición patrimonial costera, en lo que debería ser el Mar de Avaroa.
Este caro avance, por ética histórica, empero, no tendría que ser auto adjudicado por el régimen, puntual a la hora de desestimar a quienes, en su tránsito pro marítimo en la vida, insuflaron la visión nacional hacia el gran océano.
Sería írrito todo exitismo monopolizado desde “arriba” para laurearse asimismo.
No obstante, en exaltación a la memoria de aquellos paisanos que nos antecedieron en la causa, la nobleza obliga a reconocer a quienes, ahora, desde el poder, timonearon con viento favorable el trabajo emprendido en la emblemática ciudad holandesa.
La ONU proclama que “los océanos conectan a las personas de todo el mundo, con independencia de donde viven”.
Ante la posibilidad de que la máxima instancia judicial planetaria satisfaga nuestras razones jurídicas planteadas, es preciso reimaginar a aquellos connacionales que ya no existen como seres humanos. ¿Por qué?, porque entre gobernantes, autoridades, ricos, pobres, hombres y mujeres, y como pueblo, cada quien desde el sitio en el que accionó, enriquecieron el salmo para que “algún día”, Bolivia consolide dicho objetivo nacional permanente.
La ONU dice: “Para celebrar juntos la belleza, la riqueza y el potencial de los océanos”.
La realidad impele asumir cautelosamente todo hálito de reincorporación marítima inspirada por escritores, filósofos, historiadores, investigadores, sociólogos, militares, estrategas, algunos políticos nobles, y sobre todo, nuestros preceptores, maestros, y profesores, quienes desde las aulas, en trece décadas y siete generaciones, ensamblaron la imprecación cotidiana y la doctrina restablecedora hacia la frescura del mar.
¿Por qué?, porque entre otros factores vitales “los océanos son los pulmones de nuestro planeta, que generan la mayoría del oxígeno que respiramos”. Firmado: ONU.
Como no es posible admitir que “todo” lo hecho por los bolivianos desde 1825, no posee sustancia histórica según la veleidad oficial, en sentido que en la década dorada “rehacen” a Bolivia, vale citar tres valiosos hitos.
-¿Correspondería renegar de la obra documental-testimonial colectada desde 1879 –única en su contexto- (ejemplo: el periódico “El Comercio”), legada voluntariamente por el patricio y referente marítimo Gastón Velasco, cuya prosa, asimismo, vivifica a la “Marcha Naval”, con música del maestro Eduardo Lazo de la Vega?
-¿Es prudente ignorar el heroísmo costero de miles de bolivianos defensores no sólo del Pacífico, sino también del Acre y del Chaco?
- En 1967, el presidente constitucional René Barrientos desistió asistir a la cita presidencial americana en Punta del Este, precisamente porque en la agenda no fue incluida su petición para tratar el enclaustramiento boliviano. Eso no acontece en las Cumbres actuales.
-¿Ya no sirve la incitativa y recia interjección del coronel Eduardo Avaroa?
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De modo que ya no cuajan los dicterios, disparar invectivas a nuestros venerables antepasados, quienes en su existencia estuvieron a la altura de la suprema exigencia oceánica.
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EL DIARIO nació en 1904. Vivió para contar y defender intransigentemente nuestra causa marítima, ideario que secundó la sociedad boliviana.
Incontables compatriotas con su feraz obra bibliográfica, construyeron y acreditaron formidable tradición marítima individual y familiar. Enarbolaron el estamento histórico-cultural para que Bolivia fortalezca su irrenunciable ímpetu oceánico-portuario. Muchos, felizmente viven. Que se sepa, no fueron tomados en cuenta para integrar el actual aparato pro marítimo. Era de esperar.
Ayer, otros sin “tradición marítima” alguna. ¿Mañana, manes históricos del probable activo oceánico?
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