Dos figuras emergen como el faro y el timonel de sus equipos en las turbulentas aguas del clásico del Río de la Plata: Diego Godín y Lionel Messi, capitanes de Uruguay y Argentina, respectivamente, y representantes de dos estilos muy diferentes de comandar una nave. Godín, un faro de 1,86 metros que prendió en el pasado Mundial de Brasil, cuando se apagó la luz de Diego Lugano, guía a los suyos desde la retaguardia, dominando el juego aéreo con su planta imponente, de forma inquebrantable, y también osada. Apodado ‘El Faraón’, su jerarquía no se discute en un plantel uruguayo en pleno proceso de transición que necesita a alguien que ilumine a los más nuevos. Enfrente, el buque argentino, que genera toneladas de calidad en Ángel di María, ‘Kun’ Agüero, Gonzalo Higuaín o Lavezzi.