Entre cartas, poemas y cuentos
Francisco López Merino
CANCIÓN de la infancia, fragmentaria, rota; canción escuchada en un patio soleado, mientras jugábamos, o tal vez nunca oída; canción hecha ahora de recuerdo y de pensamiento; canción que tratamos de reconocer, ya grandes, en el comienzo de una partitura, y que al no ser aquella canción querida, provoca un desencanto que se nos entra en la intimidad como una pena; canción que nos reintegra, de pronto, a los sitios únicos que contuvieron nuestros primeros sueños; canción que tiene un color sin nombre y una fragancia de flor simple; canción mía, diferente a la de los otros que tienen, como yo, su canción exclusiva; canción que entonamos mentalmente y donde se reflejan, como en un agua virgen, el rostro de nuestra madre y la canción distinta que ella murmura; canción que al pensarla nos transfigura milagrosamente, poniendo en nuestra carne el temor de la infancia y en nuestro corazón el latido de entonces; canción que nos redime, por un instante, de la maldad del mundo; canción inverosímil en nuestros labios al intentar su reconstrucción imposible; canción tornátil, que nos olvida, y que encontramos un día como un hallazgo fortuito en el laberinto de nuestra imaginación; canción clara y complejamente inconsútil; canción hecha ahora de recuerdo y de pensamiento; canción que acaso no escuchamos jamás; minucia melódica, brizna musical irremisiblemente perdida para siempre en la armonía del Universo. . .
Portada de HOY |
1 Dólar: | 6.96 Bs. |
1 Euro: | 7.74 Bs. |
1 UFV: | 2.05896 Bs. |
Impunidad |