Acuden nuevos “bomberos”

Una intensa labor periodística cumplió en días pasados mi colaboradora y pariente espiritual luego de mis instrucciones de seguir paso a paso el afán de los legisladores de conformar un nuevo Tribunal Electoral que pudiera ser diferente del anterior, o que por lo menos cambiara de mangueras.

Aquel intento no despertó mucho entusiasmo en la ciudadanía pues -como saben mis lectores- cada ciudadano respeta mucho a su manguera propia y a nadie le gusta que personas ajenas la anden manoseando para favorecer consignas gubernamentales que van en pos de un tribunal menos desvergonzado que el anterior.

La cholita cochabambina, ahora convertida en reportera aguda e inteligente, me hizo saber oportunamente el poco interés de la ciudadanía en alquilar sus mangueras propias para que otros “bomberos” actúen al servicio de las nuevas elecciones, referendos y modificaciones constitucionales al servicio del actual mandatario, lo cual obligó a las autoridades a facilitar los trámites administrativos de los primeros que sufrieron la tentación de ser los nuevos “bomberos”.

En su afán por conocer la identidad de aquellos que aspiran a conducir las próximas elecciones, referendos y otras actuaciones plebiscitarias, la infatigable reportera me hizo conocer los nombres de algunos ciudadanos notables que ya fueron en busca de los requisitos administrativos imprescindibles, aunque ninguno se preocupó por solicitar a las autoridades respectivas una manguera, que es un instrumento imprescindible para apagar incendios.

Grande fue mi sorpresa al enterarme, de labios de mi colaboradora, que entre los ingenuos postulantes a un cargo tan honroso se encontraba nada más ni nada menos que mi tío Pelópidas, quien arrastró a su hermano Huevastián a esa competencia.

Conocedor de esos afanes fui en busca de esos parientes míos para disuadirlos de tal empeño, lo cual no fue nada fácil porque ellos son descendientes de griegos, entre ellos Platón.

Gran trabajo me costó convencer a mis famosos parientes de que su sabiduría resultaría inservible en cualesquiera de las actuaciones eleccionarias en nuestro país porque los resultados ya han sido previstos y las cifras ya han sido calculadas y registradas.

Agoté las reservas de mi magín para convencer a Pelópidas y Huevastián de que sus talentosos cerebros serían despreciados y que ellos quedarían convertidos en simples “bomberos”.

Tal posibilidad animó a mis parientes de alto linaje intelectual a paralizar sus trámites, quedando los otros postulantes con el camino expedito para ser mañana integrantes del Tribunal Supremo Electoral y de los Tribunales Departamentales, más conocidos como “árbitros bomberos”.

Agradecí a mi reportera cochabambina nacida en Quillacollo por haber salvado a mis tíos Pelópidas y Huevastián de ser bomberos pretendiendo ser tribunos.