FMI preocupado por bajo crecimiento

Según informes del FMI de hace cinco meses -con datos ratificados en abril-, hay preocupación en la entidad financiera por el bajo crecimiento de la economía, tanto en los países llamados “emergentes” como en los países subdesarrollados o, mal llamados en desarrollo; la razón radica en que la baja sustancial que ha tenido el precio del petróleo, tuvo influencia directa en el comportamiento económico de todo el mundo. Igualmente, se indica que la baja de los precios de las materias primas a nivel internacional afectará al crecimiento de las economías emergentes y muy especialmente de las naciones latinoamericanas.

Las últimas proyecciones del FMI señalan que la economía mundial reducirá su crecimiento en 0,3 por ciento en 2015 y 2016. “El drástico descenso de los precios del petróleo ha sido un factor positivo neto para el crecimiento mundial, señala el organismo financiero de Naciones Unidas, las perspectivas de la economía son poco alentadoras”. Así, el informe comenta que “a nivel de los países, la baja de los precios es positiva para los importadores de petróleo y negativa para los exportadores. Positivo para los importadores de materias primas y negativo para los exportadores”.

Comenta que “la actual situación muestra: para unos países, cicatrizada por la crisis y no para otros; positivo para los que están vinculados al euro y al yen y negativo para los que están más vinculados al dólar”. Se cree que en las economías de mercados emergentes y en desarrollo “el crecimiento se mantendrá más o menos estable en 4,3 por ciento en 2015 y aumentará para 2016 a 4,7 por ciento, un ritmo más débil que el proyectado casi a fines del 2014”. Esta desmejora, dice el informe, se debe a tres factores: “la proyección del crecimiento de China a la baja; las perspectivas de Rusia son más desalentadoras y el repunte de la exportación de materias primas en economías emergentes es más débil”.

Tanto en el Banco Mundial como en el Fondo Monetario Internacional, tiene que haber preocupación por el decrecimiento del desarrollo y, consecuentemente, del aumento de la pobreza en países del Tercer Mundo y, mucho más del Cuarto Mundo que soporta los mayores rigores de cualquier crisis. El mundo, por esfuerzos que se haga, no puede salir de la pobreza y cualquier crisis que implica aumento de la misma, tiene que ser motivo de preocupación de los organismos financieros que apoyan a Naciones Unidas, puesto que el mayor anhelo de la organización mundial es que desaparezcan las causas que incrementan la pobreza y que, en sus consecuencias, puede ser perjudicial y hasta peligrosa para todos los países.

Así, mientras no se encare decisiva y decididamente la guerra contra la pobreza, será difícil que haya condiciones de equidad, ecuanimidad en el mundo hasta arribar a situaciones justas y son todos los países, especialmente los más ricos, los que tienen que encarar conjunta y responsablemente el desarrollo de los pobres, pero no con dádivas sino con inversiones que creen riquezas, promuevan empleos y se logre mejores condiciones de vida para todos.