Ocho décadas nos separan de la cruenta Guerra del Chaco, entre Bolivia y Paraguay. Tiempo en que, ambas naciones pasaron de las trincheras a una amistad que superó en ochenta años cualquier revancha e impuso lazos de real amistad.
El pasado 12 de junio, Rodolfo Cornejo, presidente de la Federación de Excombatientes de la Guerra del Chaco, Santa Cruz, al rememorar el armisticio de 1935, afirmó: “Terminada la contienda, Bolivia heredo ese espíritu de unidad de todos los bolivianos sin distinción de clase ni de raza”.
Es histórico que la Guerra del Chaco encumbró intereses foráneos, ajenos a Bolivia y Paraguay que pretendían apoderarse de los hidrocarburos de nuestro país, pero a la vez, aquella conflagración hermanó en primer lugar a todos los bolivianos y en segundo lugar, estrechó los lazos imperecederos de Bolivia y Paraguay.
Después que Chile se apoderó del Litoral boliviano en 1879, Paraguay socorrió a la expedición de Daniel Campos, grupo de pioneros nacionales que buscaron entonces una salida soberana al océano Atlántico, por la Cuenca del Río Paraguay. Daniel Campos fue recibido con honores en Asunción.
Destacamos, la armonía y la aspiración boliviano-paraguaya, por cultivar, siempre, esta amistad nacida de la Guerra y que hoy, en tiempo de paz, nos sigue uniendo como a dos naciones hermanas y hasta gemelas.
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