La transpiración excesiva puede causar graves complicaciones, incluso aislamiento y depresión. Te contamos las últimas novedades para solucionar esta afección.
La transpiración es un mecanismo normal y natural que tiene nuestro cuerpo para regular la temperatura, eliminar sustancias y mantener la integridad de la piel. Pero ¿qué pasa si es excesiva e impredecible? Este trastorno se llama hiperhidrosis y se calcula que el 3 por ciento de la población mundial la padece.
Hay distintos niveles de sudoración: el que nunca se nota ni interfiere con las actividades diarias (grado 1), otro que es tolerable pero que puede estorbar (grado 2); uno poco tolerable (grado 3) y uno completamente insoportable, visible y molesto (grado 4).
Si la transpiración es excesiva puede estar relacionada a enfermedades (como diabetes, alteraciones tiroideas, obesidad o menopausia). Pero también puede ser una respuesta exagerada al estrés emocional o al esfuerzo físico. La hiperhidrosis primaria o focal se localiza principalmente en las zonas del cuerpo que presentan mayor número de glándulas sudoríparas, como la cabeza, la espalda, el pecho, las axilas, las manos, el periné y los pies. Existen varios tipos de tratamientos, dependiendo del lugar donde se padezca. En la primera línea se encuentran los antitranspirantes, que sólo sirven para las axilas. Cuando el problema persiste, es necesario recurrir a los medicamentos que pueden prevenir la estimulación de las glándulas sudoríparas. Pero sólo son indicados para algunos tipos de hiperhidrosis, como la de la cara, y no son apropiados para todas las personas.
También existe el sistema de microheridas, que consiste en una pistola de microondas que irradian en las glándulas sudoríparas de las axilas para destruirlas. Sin embargo, es un tratamiento doloroso y molesto que conlleva varios días de medicación para el dolor y la aplicación de hielo para la zona tratada. La cirugía es la alternativa más extrema. Requiere anestesia general y la operación consta de dos pequeñas incisiones a la altura de la axila para luego cortar los nervios que salen de la columna vertebral y llevan los impulsos nerviosos a las glándulas sudoríparas. La recuperación es más larga y puede ocasionar sudoración compensadora, es decir, que la transpiración se traslade a otra parte del cuerpo.
Otra alternativa es la toxina botulínica. Está indicada para la hiperhidrosis axilar primaria y se aplica con pequeñas inyecciones a nivel superficial de la piel. Tiene una eficacia del 95 por ciento y está cubierto por las obras sociales. También se aprobó otro tratamiento para la hiperhidrosis. Puntualmente para los grados más avanzados (3 y 4). Se trata del sistema Sweat X, de Alma Lasers, que consiste en la aplicación de altas dosis de calor en diferentes niveles de profundidad de la piel, desactivando la acción de las glándulas sudoríparas de manera selectiva. El funcionamiento es a través del movimiento constante del cabezal sobre la zona a tratar, calentando progresivamente el área de trabajo. El tratamiento consta de seis sesiones y su efecto dura aproximadamente ocho o nueve meses. Se puede aplicar en manos, pies y axilas, aunque no está indicado en pacientes con marcapasos, intolerancia al calor en la superficie de la piel o que tomen anticoagulantes.
Hay varias opciones para sentirse mejor y evitar este trastorno que para las mujeres puede ser muy incómodo. Sólo es cuestión de acudir al especialista.
¿CÓMO DETECTARLA?
• La gravimetría pesa la cantidad de sudor durante un período de tiempo.
• La evaporimetría mide la cantidad de vapor de agua perdida por la piel.
• Y la más práctica: la prueba de almidón-yodo que determina qué tan grande es el área afectada por el sudor.
• En el caso de la hiperhidrosis axilar, revisar las manchas de transpiración en la camisa o camiseta puede decir mucho del grado de severidad del problema.
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