[Jorge Espinoza]

Trabajos mineros coloniales en el Cerro de Potosí


Descubierto el yacimiento argentífero del Cerro de Potosí en 1545, de inmediato comenzó una explotación cada vez más intensa. Las ricas vetas de plata aflorantes, angostas y de mineralización irregular, fueron explotadas de inmediato y casi sin inversión porque se contaba con la mita, que significaba mano de obra prácticamente gratis con que eran provistos los mineros particulares. Actualmente el trabajo mecanizado de este tipo de vetas, que requiere fuerte inversión, en el costo de operación el ítem labor significa hasta un 50%. En la rudimentaria minería colonial, este costo hubiera representado por lo menos el 90%, si no hubiera existido el inhumano trabajo de la mita, implantado ya desde el incanato como un tributo pagado en trabajo personal.

Con las muchas concesiones por bocaminas (o minas), cuyos trabajos empezaban en los afloramientos y se realizaban en cualquier dirección de la veta, el trabajo fue caótico, trabajando en sentido inverso con extracción manual contra la gravedad, que se hacía más difícil a medida que las labores profundizaban y había que sacar a superficie el mineral y el agua hasta de profundidades de 250 metros, a “tracción de sangre”, como llamó alguien al bestial trabajo. El agua era extraída en baldes de cuero pasados de mano hasta llegar a la superficie. La iluminación se realizaba con velas o mecheros de sebo, que consumían oxígeno. La ventilación era deficiente, especialmente en las labores profundas. El irlandés John Pentland estimó que fueron trabajadas unas 8.000 minas.

En la extracción los métodos fueron rudimentarios. El mineral era extraído a golpes de martillo, barretas o puntas aceradas. Recién en la segunda mitad del Siglo XVII se introdujo la pólvora, que si bien aceleró la extracción (740 toneladas por semana en 1788 según Carlos Serrano), sus explosiones provocaron problemas por la producción de polvo y gases. El transporte era realizado por los “apiris”, indios que se dice cargaban sobre sus espaldas zurrones con hasta dos quintales (23 kg) de mineral. En vetas profundas el apiri podía hacer solo un recorrido en un día. En suma, no se utilizó tecnología en la extracción ni en el transporte de mineral.

Fernando Molina indica al respecto que “Varios historiadores han llegado a la conclusión de que el atractivo de las minas coloniales no era tanto la riqueza de las vetas como los indios que las explotaban por nada. Más que minas ricas, entonces lo que había era una ‘mita rica’”.

Diferente fue lo que ocurrió en las muchas minas de plata de México, ubicadas a menor altura, cuyas vetas ubicadas en profundidad son más potentes (anchas) y bastante ricas que continúan en profundidad, cuya explotación requirió de planificación técnica, para acceder al mineral a través de túneles y cuadros verticales. Una vez que México sobrepasó la producción de Potosí en la década de 1640, se convirtió en el primer productor mundial de plata, situación que mantiene al presente. A principios del Siglo XIX, la tecnificación de la mina La Valenciana impresionó a Alejandro Humboldt, así como los elevados salarios de los mineros. La mecanización era ineludible porque en México no existía la mita.

El mineral era transportado a los ingenios utilizando generalmente llamas. El mineral rico era fundido utilizando las “huayrachinas” o “tocochimbos” utilizados ya en la época incaica. Los cloruros de plata (pacos) y los sulfuros de plata (negrillos) eran intratables en las huayras, por lo que se acumularon en desmontes de mineral rico, hasta que en 1572 se introdujo el proceso de amalgamación, en el que el mineral era molido, pulverizado y cernido, que se mezclaba con sal y azogue y se amasaba la mezcla con agua caliente para permanecer al sol durante varios días para que se efectúe la cloruración, por lo que el tratamiento duraba varias semanas.

Para acortar el período de amalgamación se introdujeron los buitrones, grandes cajones donde se ponía sal con azogue, se echaba el mineral molido, pulverizado y luego cernido y se daba fuego por debajo, de modo que el proceso tomaba cinco a seis días. Posteriormente en 1586 se comenzó a usar el hierro para reducir las pérdidas de mercurio, que alcanzó un elevado precio por su excesiva demanda.

En 1609 recién comenzaron a tratarse los sulfuros de plata mediante el procedimiento de fondos inventado por el padre Alonso de Barba, donde en pailas de cobre se hacía hervir la mezcla del mineral pulverizado, calcinado y clorurado, agua y azogue, removiéndola por medio de paletas de madera accionadas por peones. La operación duraba de seis a ocho horas.

El descubrimiento de las minas de mercurio de Huancavelica (Bajo Perú) en 1560 redujo su costo y permitió la amalgamación en todo el virreinato.

Los rudimentarios métodos de extracción y transporte mineros se mantuvieron durante toda la Colonia y parte de la República, pero la investigación metalúrgica y su exitosa aplicación, marcharon a la par de las necesidades de nuevos métodos, debido al gradual empobrecimiento y complejidad de los minerales de plata.

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