El pasado lunes, en la sede de la institución cívica “Amigos de la Ciudad”, el principal responsable del proyecto “Mi Teleférico”, dio una larga exposición sobre este proyecto en su segunda fase, que conectará por vía aérea diversas zonas de nuestra ciudad sede de gobierno.
Este proyecto fue propuesto por el ex alcalde Ronald MacLean hace ya varios años, y en ese entonces se dejó de lado el mismo, debido a las numerosas críticas que se hizo, pues los teleféricos de ninguna manera son un medio de transporte masivo y sí de utilidad para el turismo. Sin embargo, pese a que la Constitución Política y la ley de Municipalidades determinan que es atribución de los gobiernos municipales todo lo concerniente al transporte público, con evidente intención electoralista, el Gobierno lanzó este proyecto, que en su primera fase tuvo un costo superior a los 200 millones de dólares, y que conecta a las ciudades de La Paz y El Alto, con beneficio casi exclusivo para la gente de la urbe alteña que diariamente se traslada a la ciudad de La Paz por diversas actividades.
Los ciudadanos de “Chuquiabu Marka” subimos a la urbe alteña cuando viajamos o vamos a la feria denominada “16 de julio”. La otra línea denominada verde, que acaba en los predios del Colegio Militar de Ejército, tiene escaso uso, pues “in situ” pudimos observar que de cinco cabinas que se mueven, aun en las horas punta, sólo una tiene pasajeros.
Ahora se pretende extender el teleférico por las urbes de la metrópoli con seis líneas más, con un costo superior a los 400 millones de dólares, con lo que el cielo paceño parecerá una “telaraña” por encima de las cabezas de los ciudadanos, afectando gravemente el ambiente visual, la privacidad de los habitantes y con un elevado gasto de recursos públicos, con bajo retorno económico -como lo anotan varios profesionales que se han dedicado al tema-, fuera de los planes de desarrollo urbano de los municipios en los que se impone este proyecto.
Al margen de algunos beneficios de tan millonaria inversión pública con los teleféricos, pues no todo es malo, lo que corresponde es una evaluación imparcial sobre el proyecto, antes de seguir con las numerosas líneas programadas, como la línea “blanca”, con la que se pretende conectar la estación instalada y en funcionamiento de Obrajes (curva de Holguín) con la plaza Villarroel. Pero su recorrido afectará gravemente la plaza Triangular, el Monumento al Gral. Busch y la plaza Villarroel, pues en esas plazas y áreas verdes se instalará estaciones, reduciendo el espacio de recreación y rompiendo la perspectiva visual estética que unía la plaza Triangular con la plaza Villarroel.
Y es que a la altura del monumento a Busch se edificará una suerte de pasarela voluminosa que atravesará horizontalmente la avenida Busch, lo que importa a simple vista una agresión estética, arquitectónica, etc., además de afectar áreas verdes protegidas por la Ley 1.333 del Medio Ambiente. El responsable de este proyecto dice tener la ficha medio ambiental de la oficina correspondiente, que es una oficina pública que responde a órdenes políticas del Gobierno.
La plaza Villarroel, uno de los pocos espacios públicos de recreación y donde está un monumento dedicado a los héroes nacionales del proceso de la Revolución Nacional (al que se le ha añadido un resto mortal de algún gobernante que nada tenía que ver con ese proceso), no sólo perderá espacio útil de recreación, sino que afectará al área que se utilizaba como “campo de Marte” para los desfiles militares y otros.
El mismo responsable de este proyecto, en su charla en la institución cívica antes nombrada, expresó que habían estudiado de uno y otro extremo las áreas afectadas y concluyó que no hay otra posibilidad, es decir que ajustaron su proyecto a una decisión tomada con anterioridad y no como debería ser, que un proyecto se origine en el previo estudio con varias opciones.
El gobierno del régimen populista del MAS, en los varios períodos que administra el país, no ha efectuado inversiones en el departamento paceño para desarrollo efectivo y creación de fuentes de empleo, resultando el proyecto del teleférico una de las pocas inversiones importantes, pero de escaso aporte al desarrollo departamental y de las dos urbes más importantes del departamento, cuando en el norte paceño duermen riquezas únicas que necesitan de una carretera que cambiaría radicalmente el carácter de La Paz como una región que sólo vende servicios, es decir de economía terciaria.
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