He aquí un sumarísimo enfoque sobre la historia de la coca, cuyo contenido en alcaloides ha generado problemas sociales y levantamientos étnicos en defensa de la “hoja milenaria”.
El nombre científico de la coca es Erythroxylum Coca. Arbusto de 60 centímetros a 2 y medio metros de altura. Es oriunda de los contrafuertes de la Cordillera de Los Andes; zona de bosques húmedos subtropicales, ubicados entre los 500 y 2000 metros de altitud sobre el nivel del mar. Contiene 14 alcaloides de la serie tropanos (atropina, ecgonina, tropeina, etc.).
La coca silvestre, que se consumía originariamente, habría sido domesticada siglos antes de la llegada de los Incas, en Yungas de Chuquioma, cerca de Totora, departamento de Cochabamba.
Existen pruebas arqueológicas, en enterramientos precolombinos, que positivamente sugieren el consumo ritual de coca por curacas y sacerdotes. El área de Charazani, departamento de La Paz, fueron encontrados utensilios precolombinos de un médico herbolario (kallawaya), fechados entre 400 a 800 años antes de Cristo, con restos posibles de cocaína.
En la etapa precolombina, caracterizada por la hegemonía del Imperio de Tiwanaku, los kollas habrían iniciado la colonización de la “Ceja de Montaña” (Yungas), respetando a la etnia Yunkas, que ya cultivaba la hoja domesticada. Durante la invasión Inca, Yungas fue importante sólo por su coca. El Incario habría enviado a mitimaes (colonos quechuas, leales al Inca), hacia los Yungas. La producción era transportada por caminos del Takesi y otros construidos en los accidentados pasos de la Cordillera Real, hasta alcanzar los valles cusqueños del antiguo Perú.
En el Imperio de los Incas, la coca, sólo era mascada por el Inca y los orejones (Tupacoca). El Inca regalaba hojas de coca provenientes de Yungas, como un premio a la lealtad de los caciques sometidos. Rara vez el obsequio se extendía a los nativos de menor jerarquía.
En la Colonia, Yungas amplió su producción de coca. A partir del Siglo XVII y con mayor énfasis en el Siglo XVIII, el sistema de encomiendas, explotaba los grandes yacimientos de plata del Cerro de Potosí, en base al trabajo indígena. Miles de indios del entonces Altoperú (hoy Bolivia), fueron trasladados del altiplano y valles hacia las minas. La coca, fue parte importante de su subsistencia diaria.
El gobierno colonial español, popularizó el consumo de coca en la masa indígena. Los extirpadores de idolatrías intentaron por primera vez erradicar la coca, porque decían que en ella “sobrevivían los rituales andinos”. Los hacendados, se opusieron argumentando que la coca ayudaba a mantener el trabajo de los indios en provechos del sistema colonial.
En 1860, Niemann de Gotingen, logró extraer cocaína de las hojas de coca. El Dr. Karl Koller fue el primero en utilizar cocaína en una extracción de muelas en 1884. Desde aquellos años hasta 1905, la cocaína se vendía libremente en farmacias de Europa. Sigmund Freud, estudió sus efectos sobre el ser humano. Más tarde, se hizo adicto.
En 1909, surgieron medidas restrictivas contra el tráfico de opio y otras drogas en la Conferencia de Shangai. En 1912, la Segunda Convención de La Haya prosiguió en la misma línea. El 4 de junio de 1913, Bolivia se adscribió a Tratado de La Haya. A partir de 1925, se inició el combate legal al tráfico de coca y de cocaína en Europa y Estados Unidos. En 1932, fueron descubiertas algunas fábricas de cocaína en el Cuzco, Perú.
Hasta 1934, no se conocía la fabricación de cocaína en Bolivia. Existen indicios de que a partir de la década de los años 50 del Siglo Veinte, surgieron pequeñas y aisladas fábricas de pasta de cocaína, en las provincias yungueñas.
A manera de ilustración, el indígena casi nunca masca (acullico), coca estando solo. Lo hace siempre en compañía de su familia o en el marco social. Mascar coca, también es una expresión de la vida espiritual y religiosa de los habitantes andinos.
En el pasado como en la actualidad, el principal problema en Los Yungas de La Paz, es la escasez de mano de obra para el cultivo y cosecha de la coca. La agricultura yungueña es de azadón. Los empinados terrenos no permiten el uso del arado y por ello, son necesarios contingentes humanos.
El ciclo agrícola se inicia el 24 de junio, fiesta de San Juan. Los agricultores queman los “chumes” (monte bajo), limpian el terreno (challiri). La coca florece en septiembre; para octubre está cargada de semillas que impiden la cosecha y manchan las manos de los cosechadores (kichiris). Sin embargo esas hojas pequeñas, ya sirven para honrar a los muertos en la fiesta de Noviembre, Todosantos.
Las mujeres y niños recogen las flores de coca y las tienden en los pisos de barro de las casas. Luego que la semilla pierde su cáscara, es sembrada en tierra negra bien abonada y tapada con paja. A los quince días salen los primeros retoños que luego son transplantads a un almácigo bajo techo, permaneciendo de un año a dos, hasta que alcanzan unos 20 centímetros de alto.
Los yungueños realizan el “pillu” o poda de las plantas en los meses de junio, julio y agosto, cada cuatro a cinco años. Luego de la cosecha, el paso final es secar la coca. Se la guarda seca en los altos de la casa. Luego se embolsa y se la vende. Generalmente, las mujeres son las recolectoras. La coca se cosecha tres veces al año. Las plantas reducen su producción después de varios años de cosecha.
La coca, según especialistas, constituye un cultivo sumamente apto para el minifundio porque ocupa a toda la familia. “Es muy difícil erradicar también a los minifundistas, son demasiado numerosos para despojarlos de sus propiedades por la Ley o por la fuerza y tampoco se les puede ofrecer una recompensa monetaria, porque el dinero o acciones equivalentes a sus terrenos no bastarían para proveer rentas suficientes para mantenerlos. No es necesario que el narcotráfico provoque la resistencia campesina; los campesinos lo harán espontáneamente”(**).
La supuesta producción de cocaína en Los Yungas de La Paz, al igual que en el Chapare, utilizaría el sistema de piscinas. Cavan un pequeño pozo rectangular, en el que clavan estacas de palos del monte; luego extienden grandes hojas de plástico (“nylon”) en el piso, de manera que se forme un recipiente que debe contener las hojas de coca, los precursores y soportar el peso de los pisacocas que, en el área yunqueña son llamados “takipaya” (***).
En el proceso de producción de cocaína, los traficantes echan ácido sulfúrico diluido en agua sobre las hojas y las pisan durante tres horas. El líquido obtenido es transferido a otra piscina cavada al lado de la primera. Vierten cal y luego kerosene. Después de un tiempo, utilizando papel higiénico retiran el kerosene que flota y así se obtiene “agua rica”. En la segunda pisada, el “químico” (especialista), utiliza una solución de bicarbonato y cuaja el líquido y así surge la pasta base de cocaína o “merca”. Junto a las piscinas quedan como testigos los bagazos de coca macerada. Ese es más o menos el proceso utilizado por los yungueños. El proceso no dura más de seis horas. Los pisacocas, que trabajan sólo de noche, son los mismos jornaleros yungueños. Generalmente la mujer del “químico” negocia con el estupefaciente.
Con el boom de la cocaína en la década de los ochenta, el cultivo de la coca se hizo más extensivo en Los Yungas según entendidos. Otras tierras en las que no es tradicional el cultivo de la hoja, comenzaron a sembrar plantines.
La población de La Asunta (provincia Sur Yungas), en 1987, según denuncias públicas, rescataba semillas de coca, cambiando un quintal de arroz por un quintal de semillas.
Hoy, continuaría el trueque de semillas entre campesinos, utilizando la medida “peque” o sea el volumen aproximado de una cabeza de hombre o de mujer. (Clovis Diaz de Oropeza F.) (clovisdiazf@gmail.com)
(*)La coca liberal. María Luisa Soux; (**) Wachu wachu.(***) Investigación personal.
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