Veinte o treinta años de vida dan ya derecho a un periódico a llamarse veterano y a hablar de su historia. Pero ello no ocurrió en el Celeste Imperio, donde un diario fue cerrado nada menos que a la edad de mil quinientos años.
Se trata del “Peiping Bao”, órgano chino que fue fundado en el año 400 después de J. C. y que desde entonces ha aparecido sin interrupciones hasta que principios del siglo pasado, el conflicto chino-japonés ha puesto fin a su vida y a su larguísima carre-ra informativa.
A lo largo de esos quince siglos, el “Peiping Bao” sufrió muchas y muy variadas eventualidades. Tuvo, como la mayoría de las publicaciones, épocas buenas y épocas malas. 1.500 redactores –uno por año– fueron decapitados por negarse a defender en él teorías en pugna con su criterio personal.
La ocupación de Pekín por los japoneses marcó una de las más difíciles etapas del arcaico periódico. Llovieron sobre él las sanciones. Porque el diario, pese a su vejez –se imprimía todavía con tipos de madera–, mantenía joven su afán combativo.
Los seguidores de Hirohito lo han suprimido definitivamente. La guerra, irrespetuosa con todo, hasta con las reliquias, destruyó así las publicaciones más viejas del mundo. O una de las más viejas en su especie. De Leoplán.
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