Después de larga agonía de los egos de algunos “notables”, empeñados en hacer buena letra para determinado grupo político, se ha presentado nuevamente la necesidad de nombrar a los nuevos miembros del TSE. Para sorpresa de muchos, la lista de candidatos a ocupar un puesto en ese importante Poder, llave de ingreso a la democracia, es realmente algo notable. ¿Los bolivianos de hoy tenemos, finalmente, una clara y profunda conciencia democrática, y estamos interesados en salvaguardarla de todo tipo de ataques?
De ser eso cierto, tenemos que felicitarnos por el avance de nuestra conciencia ciudadana; pero, y aquí surge el diablo cuestionador: ¿ha cambiado el estilo de la política criolla? ¿Hay indicios ciertos que nos orienten a desechar los malos pensamientos de trampitas puestas por alguien, “muy listo”, para conseguir objetivos aparentemente ocultos, de manera que el contrincante caiga; y con todas las de la ley, se siga haciendo lo que ese tal y su grupo quieren, con el explícito consentimiento del otro?
¿Qué actividades han de desempeñar los nuevos Vocales del Tribunal Supremo Electoral? Me parece que administrar limpia, honesta, objetiva e imparcialmente tanto las leyes como el voto ciudadano. Esta tarea tiene por lo menos dos partes: una previa al acto electoral, y otra posterior al mismo. En la primera, crear las mínimas condiciones que permitan una verdadera elección democrática, en la cual el ciudadano vote eligiendo, es decir, poderando, midiendo la calidad del candidato para ser Presidente, Alcalde, u otro tipo de autoridad, sin sufrir presiones de ninguna naturaleza, ni se le impongan otros compromisos que no sean los de su conciencia. Una vez producido el acto electoral, dar las condiciones necesarias para que el recuento de votos sea correcto, legal, administrativa y matemáticamente.
De esta manera, quien obtenga la mayoría de votos es proclamado vencedor de la contienda, se le entrega las credenciales correspondientes y es posesionado como autoridad para que cumpla sus promesas, gobierne en nombre todos, se preocupe por el bien común, cumpliendo a cabalidad con la CPE y las leyes del Estado. Claro que esto último ya no corresponde al Tribunal Electoral, sino al candidato, como persona.
En esos conteos, me parece, no debe entrar la duda estadística, sino una cifra menos abultada, propia de los errores humanos al calcular, es decir, sumar, restar, multiplicar y dividir; puesto que el voto no está por darse, sino que es un hecho ya realizado. Está ahí para ser tomado en cuenta. Desgraciadamente, en nombre de la probabilidad estadística, se ha manipulado el voto ciudadano; y esto, ni ninguna otra movida “inteligente” que se ha encontrado para favorecer a este y perjudicar a aquél puede estar permitido en un acto verdaderamente democrático. Por eso, para ser miembro del TSE, creo que sólo se necesita, ahora sí, hombres notables, sobresalientes, aquellos que han sabido mantener en equilibrio su vida biológica con su existencia psicológica, guardando en todo momento su dependencia y respeto a la verdad y la justicia; conseguidas estas virtudes, se empeñan en ponerlas en línea con el amor, la libertad y la trascendencia en beneficio del otro: velando por el bienestar colectivo.
Esos hombres sabios, que son pocos, pero que la sociedad los tiene, pueden y deben tener opiniones políticas, simpatías personales; en fin, tener las capacidades y debilidades propias de todo ser humano, siempre y cuando las organicen de tal manera que no interfieran con las justas decisiones que todo tribunal está obligado a tratar de conseguir: que la verdad y la justicia resplandezcan en la sociedad. Espero no soñar mucho, sino aportar algo para beneficio de nuestra democracia.
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