Luego de dramática espera de la ciudadanía, los integrantes del Tribunal Supremo Electoral renunciaron en su totalidad; como era lógico, se hizo las convocatorias para integrar este poder del Estado con nuevos miembros. Para la colectividad, y dados los comportamientos demostrados en las elecciones de octubre y marzo pasados, el TSE dio más decepciones y angustias que satisfacciones por múltiples yerros que cometieron sus miembros y cuyo análisis se ha encargado de mostrar la urgencia de renovarlo totalmente; pero, que se sepa, hasta ahora nada se ha dicho sobre una nueva conformación de los Tribunales Electorales Departamentales.
El TSE, en su conjunto, es un solo poder, una sola fuerza democrática que con los nueve departamentales conforman una sola institución; todos son parte de una unidad y lo que hizo el TSE desde La Paz, sede del gobierno, también lo hicieron los departamentales, que son ejecutores de lo realizado por el superior jerárquico que es el TSE. No hay división ni la posibilidad de decir que uno nada tuvo que ver con lo que haya hecho el otro, porque todos, conjuntamente, han actuado de acuerdo con lo que han resuelto, inclusive en asambleas conjuntas llevadas a cabo en diferentes oportunidades.
Muchas veces, en cada ciudad donde funciona un Tribunal Electoral Departamental, se han presentado dudas sobre comportamientos de sus miembros y los integrantes del tribunal nacional saben el tipo de denuncias habidas y que han mostrado resultados en los procesos electorales llevados a cabo recientemente.
La lógica consecuencia del cambio o reestructuración del Tribunal Supremo Electoral debe ser, con carácter de urgencia, el cambio de todos los miembros de los tribunales departamentales; de otro modo, si se mantienen en sus puestos y dependen del nuevo TSE, seguirán actuando conforme lo hicieron antes y, lógicamente, sobre la base de los mismos errores cometidos y que, en su momento, fueron aceptados y no corregidos por el Tribunal Supremo Electoral. Por otra parte, en la nueva conformación no deben ni pueden estar quienes han sido cabezas de la Corte Nacional Electoral o Tribunal Supremo Electoral, simplemente porque muchos yerros de los que cesaron en funciones se iniciaron con quienes han presidido el sistema electoral.
El Poder Legislativo tiene grave responsabilidad en la elección de los nuevos vocales y, siquiera esta vez, tiene que elegir a personas que efectivamente no pertenezcan a partidos políticos y, menos, sean adlateres del partido de gobierno y estén supeditados a la voluntad del mismo. La independencia del nuevo TSE es misión de todos; de otro modo, será un cuerpo manejado directamente por quienes buscan sus propios intereses y conveniencias que no son del país.
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