La demanda marítima boliviana, que fue elevada a conocimiento de la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, propende que Chile, mediante el cumplimiento de compromisos contraídos en numerosas oportunidades, contribuya a acabar con nuestro centenario encierro geográfico, de una manera civilizada, es decir con el concurso del diálogo constructivo.
Ese es el objeto fundamental de aquélla y no es el de hostigamiento, como insinúan algunas voces en el país vecino.
Bolivia, enclaustrada por el expansionismo anglo – chileno, se respalda, para ese propósito, con decisiones políticas que fueron asumidas en diferentes foros internacionales, priorizando la solución pacífica de conflictos, en el contexto internacional.
“Reafirmamos nuestro compromiso de mantener la paz y la seguridad a través de la utilización eficaz de los medios hemisféricos previstos para la solución pacífica de las controversias y la adopción de medidas de fomento de la confianza y de la seguridad”, señala, sobre el punto, la “Declaración de Quebec”, Canadá, de 2001.
“Promover decididamente los procesos de negociación para la solución de conflictos regionales y apoyar iniciativas en materia de control, reducción y tráfico de armamentos. Merecen atención prioritaria el fortalecimiento de los mecanismos de solución pacífica de controversias. Y a través del desarme general y completo que desaliente el uso de la fuerza y propicie la solución negociada de controversias”, refiere, asimismo, la “Declaración de Guadalajara”, México, de 1991.
En este marco Bolivia, ante la impasibilidad del agresor de 1879, ha lanzado la demanda marítima, que provocó conmoción en La Moneda, como una señal de predisposición al diálogo, en un clima de tolerancia y entendimiento civilizado, pero con la intercesión de la justicia internacional, a fin de retornar al mar cautivo.
La República de Chile, que ha succionado, de manera arbitraría y prepotente, los recursos naturales, por más de un siglo, de nuestro territorio costero, debe reflexionar sobre el diferendo en cuestión y dejar a un lado la testarudez, que impide sea solucionado con justicia y equidad el centenario problema.
Bolivia estima que sólo un acercamiento de alto nivel, boliviano – chileno, hará posible olvidar rencillas del ayer, abriendo nuevos y amplios horizontes, que signifiquen la reposición de la soberanía nacional en el Pacífico y, asimismo, las relaciones diplomáticas, entre ambos países, en la histórica perspectiva de construir un futuro en paz, con amistad e integración. Esa es la intención que anima al país a sostener el recurso legal en los estrados de la justicia internacional. Y para no seguir viviendo con los ojos vueltos al pasado.
Bolivia considera que un acercamiento bilateral, con confianza mutua, representaría el escenario adecuado para que la patria de Diego Portales ratifique, de cara al mundo y a la historia, su voluntad política para tratar, hasta su culminación, el asunto marítimo. Es decir hasta la solución definitiva del enclaustramiento boliviano.
En suma: Bolivia reitera su predisposición para construir con Chile un futuro sin conflictos y con renovados lazos de amistad.
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