El capitalismo no es excluyente, por el contrario, pretende que todos cuantos viven con él tengan participación en la distribución de la riqueza. Aquellos que por su posición político - ideológica no quieran integrarse harán que el pueblo al que gobiernan sufra las consecuencias del atraso y pobreza.
Históricamente, una vez más Dios y las circunstancias se ponen a favor de Bolivia. La primera vez fue en 1879 cuando se requería cobre para la Revolución Industrial en Europa y Bolivia tenía el yacimiento más grande del mundo en Chuquicamata. No supimos aprovechar las circunstancias y fue Chile el que disfrutó durante 136 años de esta riqueza que era nuestra. “La segunda vez es ahora”, con el “tren bioceánico de los sudamericanos” que, por lógica, sí o sí tiene que pasar por nuestro territorio, como un enorme dragón que dejará riqueza a su paso, porque esta segunda Revolución Industrial en el Pacífico norte que se viene, así lo determina.
El capital, la producción y el mercado tienen lógica y quienes financien su construcción buscarán el “mayor rendimiento con una menor inversión”, y esto es posible pasando por el Heartland de Sudamérica, por Bolivia. Que la topografía facilita también es cierto, como lo es que existen los materiales y la mano de obra barata. Lo más importante es que transportará la carga de todos los sudamericanos que interconectados cada uno con sus vías a la línea central, participarán con millones de toneladas de sus productos y carga.
Vemos que Brasil tiene 70 millones de cabezas de ganado y necesita millones de toneladas de sal que la tenemos en Coipasa; también que Brasil y Paraguay venden a China otros millones de toneladas de granos de soya; como que Bolivia, Perú y Chile deben transportar sus minerales al Pacífico industrial; que Argentina y Uruguay transportarán grandes cantidades de carne a los mercados asiáticos.
La rapidez de transporte del tren, más el volumen de carga desde el Atlántico hasta el Pacífico es un requisito de cualquier mercado. El transporte de retorno desde el Pacífico con los productos que necesitamos los sudamericanos será a la inversa, durante los siguientes cien años, con polos de desarrollo que nos beneficien recíprocamente, como está determinado por las políticas sistémicas.
Recordemos que desde 1973 Chile ha sido el puerto de América Latina para desembarcar los productos de la Revolución Industrial Tecnológica de la computadora en el Pacífico norte. Y fue Salvador Allende, instigado por Fidel Castro, quien se oponía a utilizar sus puertos con este fin, en contra del capitalismo organizado existente; la llegada forzada de Augusto Pinochet posibilita lo que hasta la fecha egoístamente vienen practicando, siendo que todos los latinos casi obligados nos integramos y utilizamos sus puertos.
Pues bien, y lo digo ungido de un grande patriotismo, que ni Ollanta Humala ni Evo Morales ni Dilma Roussef podrán definir por dónde pasará el “tren bioceánico de los sudamericanos”, y lo digo con toda seguridad que al final serán los chinos quienes hagan el trazo final, ya que ellos pondrán la plata para su carga, para su Revolución Industrial en el Pacífico norte, junto a las demás naciones que fundirán miles de toneladas de acero para el mundo.
Y si no tenemos mente de estadistas y no sabemos lo que son las circunstancias determinantes sistémicas, seremos juzgados ante el más grande y severo tribunal que nos puedan imponer: la “conciencia del soberano boliviano”.
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