La historia boliviana, sin duda, tiene muchos matices, algunos de los cuales interesa revisar para comprender momentos similares que se ha vivido en el pasado próximo u otros en la actualidad.
Un personaje con características relevantes, del que se tiene una huella singular, es Mariano Melgarejo, sobre el cual los historiadores Mesa apuntan lo siguiente: “entre 1861 y 1879 Bolivia tuvo ocho gobiernos, el de mayor duración fue el sexenio de Melgarejo, el hombre quizás más discutido de nuestra historia y el de los prolegómenos de la guerra con Chile” (José de Mesa, Teresa Gisbert y Carlos D. Mesa Gisbert, “Historia de Bolivia”, sexta edición, 2007).
A su vez el libro que retrata a este nuestro personaje histórico es “Dichos y Hechos del General Melgarejo” de Tomás O’Connor d’ Arlach (Ediciones Puerta del Sol), mediante el recuerdo de anécdotas nos enseñan lo mejor y lo peor de este hombre que dejó su huella con un estilo muy personal.
Escogeré algunas de esas anécdotas, que ilustran una característica del país, la de una nación que no acaba de consolidarse, ayer era una República, hoy es un “Estado plurinacional” conformado por 36 naciones, algo destacable si se compara con el número de países que conforman la Organización de las Naciones Unidas, un contraste entre nuestra población de 10,2 millones de habitantes y los más de 7 mil millones que conforman la ONU.
Anécdota 1. Era el 28 de diciembre de 1864, seis de la mañana, día de los Santos Inocentes, vestido con su mejor uniforme, se dirige al cuartel del Escuadrón “Rifleros”, toma el dinero que llevaba en ese momento el habilitado para el socorro de la tropa; proclama a ésta desde la puerta del cuartel, le reparte las monedas y termina con estas palabras: - ¡Muchachos! ¡Viva Melgarejo! En ese momento se apoderó de la Presidencia de la República por sí y ante sí, y en aquel memorable día dio a todos una inolvidable y verdadera broma de inocentes”.
Anécdota 2. O’Connor le dedica lo siguiente: “podría aplicársele con toda verdad y exactitud el verso de Zorrilla sobre el rey don Pedro: “osado y antojadizo, mató, atropelló, cruel; mas ¡por Dios! Que no fue él, fue su tiempo quien lo hizo”.
Anécdota 3. “En los banquetes de esos tiempos, y particularmente en los que daba el general Melgarejo, brindaba todo el mundo. En uno de esos eventos, “tocóle el turno de brindar a uno de los diputados, quien, entre otros conceptos, expresó el de que el país se hallaba ya felizmente regido por una Constitución, la del 68 muy superior a la del 61, y que los pueblos y el Congreso tenían entera fe de que a ella se sujetaría el patriota esclarecido y ya constitucional Gobierno del ilustre general Melgarejo. El comentario del aludido fue el siguiente: “sepa el doctor que acaba de hablar y sepan todos los honorable señores diputados, que la Constitución de 1861, que era muy buena, me la metí en este bolsillo, y a la del 1868 que es mejor según estos doctores, ya me la he metido en este otro y que nadie gobierna en Bolivia más que yo –y atusándose la barba añadió-: ¡y el que manda, manda cartuchera en el cañón!”. Palabras que parecen tan reales para 1868 y el 2015.
Lo anterior es, salvando las distancias, un retrato de lo que ha sucedido en un momento de nuestra Historia y de lo que puede volver a suceder, cuando las leyes que, supuestamente, ordenan el país, son meros textos escritos.
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