Salomón Abad Sejas Tapia
Parafraseando a la Ministra de Transparencia, los bolivianos estaríamos esperando que los mandos superiores de la Policía Boliviana nos sorprendan (no se sabe cuándo) enviándonos muestras genuinas de cambio institucional. Al igual que la ministra citada, otros ciudadanos “expertos” en temas policiales, con voz grave y expresión trágica e imperturbable, como la de alguien a quien le importa y afecta el problema, concluyen y coinciden con la necesidad de una urgente reestructuración policial. En suma, estas manifestaciones públicas de “interés” por el drama policial parecen ser propias de su mes aniversario o simplemente el combustible que avive el morbo de las denuncias y contradenuncias.
En palabras simples, la Ministra de Transparencia apela al altruismo, desprendimiento, nobleza...de los mandos superiores de la Policía para que pueda operarse el cambio largamente anhelado. Es probable que el mensaje sea otro o quizá yo no tenga la suficiente tesitura intelectual como para comprender lo que quiso decir la señora Ministra, en todo caso sostengo y mantengo por la salud de la democracia, que los policías en general y los mandos superiores en particular no deliberan.
Los ciudadanos a los que se refiere la antes ministra citada, no esperamos arrepentimiento, reflexión o cavilación de parte de los mandos policiales, porque simplemente es sinónimo de deliberación. Crean o no las autoridades gubernamentales, lo que los ciudadanos esperamos del Gobierno legítimamente constituido, en representación del Estado Boliviano, es que asuman su rol constitucional y dejen de confundir a los bolivianos porque es el Presidente y su ministro quienes tienen autoridad sobre la Policía Boliviana.
La modernización policial o como quieran llamarla, la debe proponer y promover el Órgano Ejecutivo. La ley no manda apelar al remordimiento de los mandos policiales, o a los movimientos sociales, a los sacerdotes o a los exorcistas, la Policía Boliviana depende del Presidente del Estado a través del Ministro de Gobierno. Los policías no deliberan, el Ministro de Gobierno no sugiere, simple y llanamente ordena a la policía.
En el pasado inmediato (año 2003), el hoy Ministro de la Presidencia, propuso incluso por escrito la posible forma de encarar la modernización policial (Policía y democracia en Bolivia: una política institucional pendiente). Ha transcurrido más de una década y el Ministro aludido junto al Ministro del área policial, que además parecen ser buenos amigos trabajando puerta con puerta, parecen estar más preocupados en dimes y diretes con un sacerdote que dice no usar sotana.
Por el otro lado, los ciudadanos “expertos” en temas policiales parecen no estar enterados de que la Constitución Política al igual que otras leyes, incluso la Ley Orgánica de la Policía (o lo que queda de ella), ni siquiera tienen concordancia con la norma suprema, tampoco entre sí mismas y ni qué decir de la reglamentación interna de la policía, con la que califican los jefes para su respectivo ascenso a generales. En otras palabras, la reglamentación interna de la policía interpreta la Ley Orgánica de 1985 y ésta a la Constitución Política que ya no está vigente. La consecuencia: relación informal con tinte prebendal que pone en entredicho la de por sí débil estructura formal en la que se sostiene la institución policial, que bien podría ser un punto de partida para empezar a ordenar la casa.
El autor es: Lic. Cs. Políticas
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