Un grupo de científicos ha descubierto que, junto a la momia de Peder Winstrup, había escondido un niño de pocos meses de edad.
Hace más de un siglo que los arqueólogos descubrieron y abrieron el ataúd de Peder Winstrup, un obispo sueco cuyos restos se encuentran entre los mejor conservados del siglo XVII. Sin embargo, hasta hace unas pocas semanas los científicos no habían descubierto que, en el interior de su caja de madera también fue enterrado un bebé de entre cinco y seis meses.
Tal y como informa la versión digital del diario “Daily Telegraph”, el descubrimiento ha desconcertado a los expertos, quienes realizarán en las próximas semanas varias pruebas de ADN con el objetivo de averiguar si el niño guarda algún parentesco con el religioso.
Winstrup -más conocido por ser el obispo de la ciudad sueca de Lund a partir de 1638- fue un erudito, científico, coleccionista y teólogo que marcó a la población de su tiempo. Fundador de la Universidad de Lund en 1966, murió en 1679 aquejado de multitud de enfermedades como neumonía, gota, artritis, cálculos biliares y, posiblemente, tuberculosis. A su vez, su capacidad económica hizo que pudiera disfrutar de grandes cantidades de azúcar, lo que le granjeó problemas bucales y, por des-contado, la caída de muchos dientes.
“La vesícula biliar también tiene varios cálculos biliares, lo que podría indicar que tenía un alto consumo de alimentos grasos”, dijo Caroline Ahls-tröm Arcini, osteólogo trabajando en el proyecto. El fallecido también se había lesionado un tendón del hombro, lo que implica que podría haber tenido dificul-tades para realizar todo tipo de tareas simples, como peinarse o ponerse una camisa.
UN BEBÉ DE 350 AÑOS
Tras fallecer, el religioso fue -presuntamente- momificado y enterrado en la catedral de Lund. Sin embargo, hasta ahora se desconocía que en su ataúd yacía también el cuerpo de un bebé. “Lo descubrimos cuando realizamos un escáner con Rayos X. Descubrimos que siempre tuvo un compañero, un feto de cinco a seis meses de edad, un niño humano que fue ocultado deliberadamente a sus pies, en el fondo de su ataúd”, ha explicado, en declaraciones recogidas por el diario anglosajón, Per Karsten, director del museo histórico de la Universidad de Lund.
Curiosamente, el ataúd se había abierto anteriormente en repetidas oca-siones, pero hasta ahora nadie había descubierto al bebé debido a que se hallaba oculto bajo una capa de musgo. En palabras de los expertos, en los próximos meses se llevarán a cabo varias pruebas de ADN para averiguar si existe parentesco entre el obispo y el pequeño. Y es que, una de las teorías que se barajan es que pudo ser un hijo ilegítimo que falle-ció aquejado de alguna enfermedad y, por decisión de sus allegados, fue enterrado junto a su padre.
OTRA SORPRESA
Con todo, este hallazgo no es el único que se ha realizado, pues los científicos también han descubierto que el cuerpo no fue embalsamado (como se creía en un principio) sino que se secó de forma natural junto a todos los órganos internos. A su vez, se ha logrado determinar que el obispo fue enterrado en un colchón relleno de plantas y hierbas (entre ellas, enebro y ajenjo) que podrían haber enmascarado el olor a muerte y preservado sus restos. Y es que, en la actualidad su ropa está casi intacta y, a pesar de la antigüedad, todavía se atisban facciones de su rostro.
ABC.ES@ABC_ES / MADRID
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