Los quintacolumnistas del Gobierno chileno, haciéndose eco de la voz de sus mandantes, reiteraron que no permitirán la “intromisión” de terceros en el asunto que enemista a dos países colindantes, en el Cono Sur, desde 1879. He ahí la actitud de quienes dicen ser amigos y hermanos de los bolivianos, enclaustrados hace más de 130 años, por la alevosía anglo-chilena.
En este marco la embajadora de la República de Chile en la Santa Sede manifestó que su país “no tolerará” la intervención, sinónimo de intromisión, de ningún país en el tema marítimo. Véase, por si haya duda, EL DIARIO del día jueves 2 de julio de 2015.
En consecuencia, la señora embajadora sostiene, en coincidencia con el discurso que maneja la elite política chilena, que la cuestión marítima es estrictamente bilateral, desechando el principio de multilateralidad, que tanto incomoda al país vecino.
“Hoy quiero reafirmar la invariable, clara y categórica posición de nuestro país, en el sentido de que no tenemos ni mantenemos ningún diferendo limítrofe con Bolivia. Tenemos un Tratado de paz, amistad y límites válidamente celebrado el año 1904, que se encuentra plenamente vigente, que Chile ha cumplido y seguirá cumpliendo de manera íntegra y de buena fe …”, dijo, cuestionando la demanda marítima boliviana, el entonces presidente Sebastián Piñera, con cuyas palabras parece coincidir la embajadora chilena en la ciudad del Vaticano. Las aseveraciones de Piñera están registradas en EL DIARIO del 22 de mayo de 2013.
Dicha representante diplomática, cumpliendo al pie de la letra la consigna del poder oligárquico chileno, lanza la señal en resguardo de todo aquello que sus antecesores, del Siglo XIX, lograron para ese país, mediante la fuerza o sea el despliegue de un ejército, que hasta hace poco “estaba orgulloso de haber ganado una guerra a sus vecinos” (Ramón Rada Velasco: “Estado y Universidad 1918/1970, Chile, Cuba, México”, La Paz – 1983, pág. 49).
Chile cuando le conviene acepta y pondera la intervención o intromisión, venga de donde viniera, en el caso que inspira estas páginas, ya que le permite secundar sus propósitos expansionistas, en deterioro de los supremos objetivos de desarrollo nacional.
Recordemos que el vecino celebró la Resolución de la XII Conferencia de la Asamblea General de la OEA, de 18 de noviembre de 1983, cuyo tenor exhortaba a los dos países “para que dentro de un proceso de confraternidad americana, inicien el acercamiento y fortalecimiento de la amistad de los pueblos chileno y boliviano, con el fin de normalizar las relaciones, superar las dificultades que los separan y encontrar una fórmula que haga posible dar a Bolivia una salida soberana al océano Pacífico, consultando las conveniencias recíprocas y los derechos e intereses de las partes involucradas”. La propuesta, ante esa instancia, fue presentada por el canciller colombiano Rodrigo Lloreda Caicedo, en una franca intervención en el problema marítimo. Y Chile aplaudió.
En suma: es incomprensible la actitud que asume Chile con relación a la demanda marítima boliviana.
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