“Tierra, techo y trabajo son derechos sagrados”

Como parte de su agenda, el papa Francisco participó el jueves del II Encuentro Mundial de Movimientos Sociales en instalaciones de la Fexpocruz en la capital oriental del país. Fue recibido por el presidente, Evo Morales.

Los representantes del encuentro compartieron con el Sumo Pontífice su “Decálogo revolucionario” que en sus partes más relevantes rechaza el imperialismo, el consumismo y el individualismo.

El Santo Padre, a tiempo de confesar su alegría por participar de un nuevo encuentro de los Movimientos Populares, aseguró que siempre los lleva en su corazón y oraciones.

En la oportunidad se refirió a las tres “T”. Según la máxima autoridad de la iglesia católica, la tierra, el techo y el trabajo “son derechos sagrados” por los que vale la pena luchar, “sin miedo, digamos, necesitamos y queremos un cambio”.

POR UNA CULTURA DE LA SOLIDARIDAD

Durante la ceremonia religiosa que presidió el papa Francisco a los pies del Cristo Redentor el pleno centro cruceño, llamó a los asistentes a desterrar los egoísmos y evitar que las carencias desenraicen en una “cultura de la solidaridad”.

La homilía del Papa destacó por contener un mensaje de unidad y un pedido para la inclusión de los más desfavorecidos. El Sumo pidió no darse la vuelta ante las eventuales adversidades sin no más bien, tener la fortaleza necesaria para seguir avanzando.

“Se debe de tener una lógica que busque transformar todo, que empiece a dejar de lado a los pequeños que no producen y que no se los considera aptos ni dignos”, explicó.

A LOS RELIGIOSOS

Este jueves, el Santo Padre asistió al encuentro con los religiosos en instalaciones del coliseo Don Bosco, en su ingreso, rompió el protocolo y se bajó del pap móvil para bendecir a los asistentes y le dio un beso a un niño enfermo.

Sacerdotes, religiosas y seminaristas lo esperaban con cánticos y lo ovacionaron. Luego se aprestaron a escuchar un mensaje en el que les advirtió que “pasar sin escuchar el dolor de nuestra gente, sin enraizarnos en sus vidas, en su tierra, es como escuchar la Palabra de Dios sin dejar que eche raíces en nuestro interior y sea fecunda”.

Para el Vicario de Cristo, existen religiosos que “ya no son pastores” sino “capataces”, porque “escuchan pero no oyen, ven pero no miran”.